Una caricia, una sonrisa, una palabra amable, un oído atento, un elogio sincero. Todo ello es capaz de cambiar una vida. Cuántas oportunidades se nos presentan para hacer sentir a otros nuestro amor. Lo decía Santa Teresa y san Juan de la Cruz: "En el atardecer de nuestra vida seremos juzgados por el amor..." Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
Enviado desde mi iPhone