Seguramente hay corredores muy prudentes que saben escuchar su cuerpo. Saben dónde, cuándo y cuánto entrenar. Adquieren información necesaria sobre las prácticas de correr. Son cautos, discretos, humildes y sencillos. Aprenden de los expertos, de sus propias experiencias y de los mensajes que les envía su cuerpo. Perciben, están atentos, son sensibles a las manifestaciones de su organismo. Escuchan su cuerpo y hacen caso.
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