El hombre soberbio se cree superior a los demás; se olvida de Dios y del hermano y solamente piensa en sí mismo.
Fuera de Dios el hombre es un ser solitario y hambriento.
La satisfacción le dura poco y se acaba pronto, y el pecado jamás produce felicidad.
Viene luego la soledad y le pérdida de la dignidad.
Fuera de Dios es imposible la felicidad.
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