jueves, 24 de mayo de 2012

A LA DERIVA.

 

  

Un indígena de Oceanía, navegaba en su canoa; fue empujado por una fuerte corriente marina que lo alejó de la costa y lo llevó mar adentro.

 

Durante 32 días estuvo a la deriva, hasta que la tripulación de un barco pesquero japonés lo rescató.

 

Cuando todo hubo pasado, el indígena contó a los asombrados reporteros que había sobrevivido gracias a lo expresado los Salmos 23 y 121.

 

Precisamente su constante oración fue escuchada por Dios.

 

Cada vez que oraba, se apoderaba de él una sensación de gran paz.

 

Cuando pensaba que había llegado su fin, Dios le daba lo que necesitaba.

 

Peces voladores caían en su canoa, y con su caña de pescar atrapaba de vez en cuando algo.

 

Cierta vez una tortuga se acercó a su canoa. Logró atraparla y el caparazón le sirvió para juntar agua de lluvia.

 

Cuando ya estaba tan decaído que no podía sentarse, volvió a rezar; en ese momento vio un barco japonés que lo rescató.  

 

 

Reflexión:

 

Tal vez hoy te sientas como ese indígena de Oceanía, solo en medio de tu gran problema, agotado y sin esperanza, viendo cómo se aleja tu última esperanza de salvación y sin fuerzas para gritar por ayuda.

 

Te sientes solo y defraudado por todos y sin ganas de continuar.

 

Dios vuelve a decirte que Él está atento y que su ayuda siempre es oportuna.

 

Dios nunca llega tarde, Dios siempre está atento, nunca se queda dormido. Él espera tu oración con fe.

 

Máxima:

 

"Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra". 

 

Mi compromiso:

 

Hoy localizaré en la Biblia dos salmos: 23 y 121.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.

Mary y Jaime.

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