LAS PALABRAS MUEVEN, PERO EL EJEMPLO ARRASTRA.
A las palabras deben seguirle los hechos, a las enseñanzas debe seguir el ejemplo de la persona.
Los mejores discursos se dan con el ejemplo, con el testimonio de vida. La gente creerá más por lo que hacemos que por lo que decimos.
¿Quién puede olvidar a San Francisco de Asís, acompañado del hermano León, predicando elocuentemente con el silencio?
Solamente han caminado sumergidos en el sigilo por las calles de un pueblo, y al regresar al convento el hermano León le recuerda que habían salido del Convento a predicar.
Francisco le contesta: "Ya lo hemos hecho, hermano León".
San Francisco sabe que el testimonio es uno de los mejores vehículos para la predicación.
Se trata de la voz más convincente, persuasiva y expedita con la que cuenta la palabra.
Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.