¿SE ESTÁ USTED DESPERDICIANDO?
Usted ya ha oído decir que el tiempo no se puede desperdiciar, ni gastar, ni ahorrar. Decirle a alguien que no desperdicie el tiempo es como si le dijéramos a un pez en medio del océano que no desperdicie el agua.
La verdad es que nosotros no tenemos poder sobre el tiempo, está aquí, presente en todo momento, rodeándonos.
Lo que sí podemos desperdiciar, y lo desperdiciamos, es nosotros mismos, y lo trágico de este desperdicio está en lo que podríamos hacer, y no lo hacemos, lo que podríamos llegar a ser, y no lo logramos.
La próxima vez, cuando usted piense que está desperdiciando tiempo, mejor cambie y diga:
Me estoy desperdiciando a mí mismo.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.