De la Meditación dieciséis, Tiempo de Retiro del Señor de la Salle: Como lo predijo un ángel al profeta Daniel por estas palabras: Los que enseñaren a muchos la justicia cristiana, brillarán como estrellas por toda la eternidad.
COMPOSICIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
Alumno Juan Manuel Rochín Ávila. Colegio Regiomontano Contry. Preparatoria. Primero "C". Número de lista 30. Titular: Jaime Adriaenséns González. (Curso escolar 2003-2004)
Hace muchos años, Dios envió a la Tierra a un gran hombre, al Señor de la Salle, para que cumpliera con la misión de crear escuelas cristianas que contribuyan con la formación espiritual y educativa de los niños y jóvenes.
San Juan Bautista de la Salle es el fundador de las Escuelas Lasallistas. La Salle encargó a sus seguidores que hicieran lo que él no pudo mientras estaba vivo: Miles de escuelas cristianas. Gracias a él, en la actualidad existen muchas escuelas lasallistas en todo el mundo.
De la Salle era de la clase alta; tenía muchas riquezas; por eso los demás Hermanos le decían que para él era muy fácil enseñar sin recibir dinero a cambio; y para estar tranquilo, repartió su riqueza a los pobres, porque para él su única y legítima riqueza fue estar siempre tranquilo con su conciencia.
El Señor de la Salle era un hombre muy valiente. La Salle y cobardía no casan. A pesar de todas las vicisitudes que pasó, jamás tuvo miedo de que las cosas salieran mal, porque sabía que tenía un proveedor que nunca le fallaba; confiaba plenamente en Dios.
El fundador de las Escuelas Cristianas era un hombre fiel a sus ideales, que luchó toda su vida para hacer sus sueños realidad; y los hizo realidad lentamente, porque ¿para qué ir de prisa si no se va a ninguna parte? Él siguió un sueño durante toda su vida. Sabía qué era lo que quería, y luchó para conseguirlo.
Él soñó encontrar maestros cabales; y aunque fue muy difícil de hacerlo, nunca se desvanecieron sus sueños, y en ese empeño consumió toda su vida.
La Salle encontró pocos maestros cabales como él los soñó, algo comparable con treinta gotas de agua en el desierto; pero eso ¿qué importa? Con poca semilla basta, si la semilla es buena.
Adonde quiera que iba el Señor de la Salle siempre se encontraba a Dios, porque a Dios se le pude encontrar en cualquier parte, sólo es cuestión de que lo oigas y escuches, porque… Él está buscando amigos, te está buscando a ti.
A nuestro fundador le gustaba enseñar con el ejemplo; demostraba con sus acciones lo que decía, ya que las palabras son enanas, y las acciones son gigantes. Él sabía que, más enseñan acciones que buenos sermones.
Un día, a pesar de que siempre trataba de dar buen ejemplo, y del gran ser humano que era, cometió un error al maltratar a alguien, se equivocó, no era perfecto, porque nadie es perfecto, solamente Dios.
Pero él se dio cuenta de su error, y no trató de justificarlo, sino que lo reconoció y trató de corregirlo al decirle al hermano Bartolomé que lo vio, que olvidara el mal ejemplo que le había dado. Él aprendió de su error, y así como Dios le enseñó a recordar sólo lo bueno que recibimos, él también enseñó eso a los demás.
La alegría es contagiosa, y De la Salle se contagiaba de la alegría de los niños. Con una sonrisa le bastaba para ponerse contento, porque la risa es tan necesaria como el pan.
Incluso antes de morir, él pidió que los niños jugaran y se divirtieran. Y los niños jugaron y se divirtieron, como siempre, con pasión, a pesar de que sabían que el Señor de la Salle estaba muriendo; y eso ocasionó mucha alegría al Señor de la Salle, por lo que murió contento.
Mientras estaba expirando, Nuestro Fundador dijo a los demás Hermanos: Conmigo o sin mí, permanezcan siempre unidos. Y es que unidos nadie los vencerá, ya que la unión hace la fuerza.
Siempre debemos estar contentos con lo que Dios manda para nosotros; así como el Señor de la Salle estuvo contento con lo que Dios quiso para él. Por eso sus últimas palabras fueron: "Adoro en todo la voluntad de Dios para conmigo".
Nuestro Fundador no morirá jamás. El Señor de la Salle está descansando.
Él todavía vive. Vive en las obras que dejó en la tierra. Vive en todas las instituciones lasallistas, pero sobre todo, vive y está presente en los corazones de cada uno de nosotros, de cada alumno y maestro lasallista.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.