jueves, 10 de abril de 2014

VIVIRÉ ESTE DÍA COMO SI FUESE EL ÚLTIMO DE MI VIDA.

VIVIRÉ ESTE DÍA COMO SI FUESE EL ÚLTIMO DE MI VIDA

(Pergamino cinco de “El Vendedor más Grande del Mundo” de Og Mandino)

Viviré este día como si fuese el último día de mi vida.

No perderé un momento en lamentarme por las desgracias, las derrotas, los sufrimientos del ayer.

¿Por qué debo desperdiciar lo que es bueno en lo malo? ¿Puedo vivir de nuevo los errores de ayer, y corregirlos? ¿Puedo volverme más joven que ayer? ¿Puedo anular los golpes que he asestado, el dolor que he provocado? No.

El ayer ha quedado sepultado para siempre, y no pensaré más en él.

Viviré este día como si fuese el último día de mi vida; porque este día es todo lo que tengo, y estas horas son ahora mi eternidad.

Soy en realidad un hombre afortunado; ¿por qué se me ha permitido vivir este día extra, cuando otros mucho mejores que yo han muerto? 

Es ésta otra oportunidad para convertirme en el hombre que yo sé que puedo ser. Si malgasto el día de hoy, destruyo la última página de mi vida.

Viviré este día como si fuese el último de mi vida.

Evitaré cuanto mata al tiempo: A la indecisión la destruiré con la acción; a las dudas, con la fe; al temor, con la confianza; coquetear con la ociosidad, equivale a robar, y yo no soy ladrón.

Viviré este día como si fuese el último de mi vida. Los deberes de hoy, los cumpliré hoy: Acariciaré a mis hijos; abrazaré a mi mujer, y la besaré dulcemente; mañana ya no estarán, y yo tampoco.

Hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado, porque mañana ya no me necesitará.

Viviré este día como si fuese el último de mi vida, y si lo es, será mi monumento más grande.

Aprovecharé todas las horas, y a los minutos los canjearé solamente por algo de valor.

Trabajaré más que nunca, ganaré más que nunca.

Mi último día deberá ser mi mejor día, y si éste no es mi último día, caeré de rodillas, y daré gracias.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

 

 

 

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