viernes, 5 de septiembre de 2014

EL CIELO.

EL CIELO

"NO EXISTEN PALABRAS PARA EXPRESAR LO QUE SERÁ NUESTRA VIDA EN EL CIELO QUE DIOS HA PROMETIDO A SUS HIJOS. SABEMOS QUE ESTAREMOS CON CRISTO Y VEREMOS A DIOS,

promesa y misterio admirables en los que consiste esencialmente nuestra esperanza. Si la imaginación no puede llegar allí, el corazón llega instintiva y profundamente.

EL CIELO

"NO EXISTEN PALABRAS PARA EXPRESAR LO QUE SERÁ NUESTRA VIDA EN EL CIELO QUE DIOS HA PROMETIDO A SUS HIJOS. SABEMOS QUE ESTAREMOS CON CRISTO Y VEREMOS A DIOS, promesa y misterio admirables en los que consiste esencialmente nuestra esperanza. Si la imaginación no puede llegar allí, el corazón llega instintiva y profundamente.

Será una realidad dichosísima lo que ahora entrevemos por la revelación y que apenas podemos imaginar en nuestro ser actual. En el Antiguo Testamento se describe la felicidad del Cielo evocando la tierra prometida después de tan largo y duro caminar por el desierto. ALLÍ, EN LA NUEVA Y DEFINITIVA PATRIA, SE ENCUENTRAN TODOS LOS BIENES, ALLÍ SE TERMINARÁN LAS FATIGAS DE TAN LARGO Y DIFÍCIL PEREGRINAJE.

El Señor nos habló de muchas maneras de la INCOMPARABLE FELICIDAD de quienes en este mundo amen con obras a Dios. La eterna bienaventuranza es una de las verdades que con más insistencia predicó nuestro Señor: La voluntad de mi Padre que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite a todos en el último día. Por tanto, la voluntad de mi Padre es que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. ¡Oh! Padre, dirá en la última Cena, Yo deseo ardientemente que aquellos que Tú me has dado estén conmigo allí donde yo estoy, para que contemplen mi Gloria, que Tú me has dado, porque Tú me amaste antes de la creación del mundo.

LA BIENAVENTURANZA ETERNA ES COMPARADA A UN BANQUETE QUE DIOS PREPARA PARA TODOS LOS HOMBRES, EN EL QUE QUEDARÁN SACIADAS TODAS LAS ANSIAS DE FELICIDAD QUE LLEVA EN EL CORAZÓN EL SER HUMANO.

Los apóstoles nos hablan frecuentemente de ESA FELICIDAD QUE ESPERAMOS. San Pablo enseña que ahora vemos a Dios como en un espejo y bajo imágenes oscuras; pero ENTONCES LE VEREMOS CARA A CARA, Y QUE LA ALEGRÍA Y LA FELICIDAD ALLÍ SON INDESCRIPTIBLES.

LA FELICIDAD ETERNA CONSISTIRÁ ANTE TODO EN LA VISIÓN DIRECTA E INMEDIATA DE DIOS. ESTA VISIÓN NO ES SÓLO UN PERFECTÍSIMO CONOCIMIENTO INTELECTUAL, SINO TAMBIÉN COMUNIÓN DE VIDA CON DIOS, UNO Y TRINO. VER A DIOS ES ENCONTRARSE CON ÉL, SER FELICES EN ÉL. DE LA CONTEMPLACIÓN AMOROSA DE LAS TRES DIVINAS PERSONAS SE SEGUIRÁ EN NOSOTROS UN GOZO ILIMITADO. TODAS LAS EXIGENCIAS DE FELICIDAD Y AMOR DE NUESTRO POBRE CORAZÓN QUEDARÁN COLMADAS, SIN TÉRMINO Y SIN FIN. VAMOS A PENSAR LO QUE SERÁ EL CIELO: Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para los que le aman. ¿SE IMAGINAN QUÉ SERÁ LLEGAR ALLÍ, Y ENCONTRARNOS CON DIOS, Y VER AQUELLA HERMOSURA, AQUEL AMOR QUE SE VUELCA EN NUESTROS CORAZONES?

¿QUÉ SERÁ CUANDO TODA LA BELLEZA, TODA LA BONDAD, TODA LA MARAVILLA INFINITA DE DIOS SE VUELQUE EN ESTE POBRE VASO DE BARRO QUE SOY YO, QUE SOMOS TODOS NOSOTROS? Y ENTONCES ME EXPLICO BIEN AQUELLO DEL APÓSTOL: Ni ojo vio, ni oído oyó…

ADEMÁS DEL INMENSO GOZO DE CONTEMPLAR A DIOS, DE VER Y DE ESTAR CON JESUCRISTO GLORIFICADO, existe una bienaventuranza accidental, por la que gozaremos de los bienes creados que responden a nuestras aspiraciones. La compañía de las personas justas que más hemos querido en este mundo: familia, amigos; y también la gloria de nuestros cuerpos resucitados, porque nuestro cuerpo resucitado será numérica y específicamente idéntico al terreno: es preciso, indica San Pablo, que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad, y que este ser mortal se revista de inmortalidad. Éste, el nuestro, no otro semejante o muy parecido, importa mucho -afirma el Catecismo Romano-  estar persuadidos de que este mismo cuerpo, y sin duda el mismo cuerpo que ha sido propio de cada uno, aunque se haya corrompido y reducido a polvo, sin embargo de eso ha de resucitar. Y San Agustín afirma con toda claridad: Resucitará esta carne, la misma que muere y es sepultada (…). La carne que ahora enferma y padece dolores, esa misma ha de resucitar. Nuestra personalidad seguirá siendo la misma, y TENDREMOS EL PROPIO CUERPO, PERO REVESTIDO DE GLORIA Y ESPLENDOR, SI HEMOS SIDO FIELES. NUESTRO CUERPO TENDRÁ LAS CUALIDADES PROPIAS DE LOS CUERPOS GLORIOSOS: AGILIDAD Y SUTILEZA, ES DECIR, NO ESTAR SOMETIDOS A LAS LIMITACIONES DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO-, LA IMPASIBILIDAD -no habrá ya muerte, ni llanto ni gemido, ni habrá más dolor…; ni tendrán ya más hambre, ni más sed…, enjugará Dios toda lágrima de sus ojos.

Creo en la resurrección de la carne, confesamos en el CREDO. Nuestros cuerpos en el Cielo tendrán características diferentes de las actuales, pero seguirán siendo cuerpos y ocuparán un lugar, como ahora el Cuerpo glorioso de Cristo y el de la Virgen. No sabemos cómo ni dónde está ni como se forma ese lugar. La tierra de ahora se habrá configurado: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habrán desaparecido… He aquí que hago todas las cosas nuevas. Muchos Padres y Doctores de la Iglesia, y también muchos santos, piensan que la renovación de todo lo creado se desprende de la misma revelación. EL RECUERDO DEL CIELO NOS DEBE LLEVAR A UNA LUCHA DECIDIDA Y ALEGRE POR QUITAR LOS OBSTÁCULOS QUE SE INTERPONGAN ENTRE NOSOTROS Y CRISTO. NOS IMPULSA A BUSCAR SOBRE TODO LOS BIENES QUE PERDURAN. Y A NO DESEAR A TODA COSTA LOS CONSUELOS QUE ACABAN. PENSAR EN EL CIELO DA UNA GRAN SERENIDAD. NADA AQUÍ ES IRREPARABLE, NADA ES DEFINITIVO; TODOS LOS ERRORES PUEDEN SER REPARADOS. EL ÚNICO FRACASO DEFINITIVO SERÍA NO ACERTAR CON LA PUERTA QUE LLEVA AL CIELO. ALLÍ NOS ESPERA TAMBIÉN LA SANTÍSIMA VIRGEN".

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

Será una realidad dichosísima lo que ahora entrevemos por la revelación y que apenas podemos imaginar en nuestro ser actual. En el Antiguo Testamento se describe la felicidad del Cielo evocando la tierra prometida después de tan largo y duro caminar por el desierto. ALLÍ, EN LA NUEVA Y DEFINITIVA PATRIA, SE ENCUENTRAN TODOS LOS BIENES, ALLÍ SE TERMINARÁN LAS FATIGAS DE TAN LARGO Y DIFÍCIL PEREGRINAJE.

El Señor nos habló de muchas maneras de la INCOMPARABLE FELICIDAD de quienes en este mundo amen con obras a Dios. La eterna bienaventuranza es una de las verdades que con más insistencia predicó nuestro Señor: La voluntad de mi Padre que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite a todos en el último día. Por tanto, la voluntad de mi Padre es que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. ¡Oh! Padre, dirá en la última Cena, Yo deseo ardientemente que aquellos que Tú me has dado estén conmigo allí donde yo estoy, para que contemplen mi Gloria, que Tú me has dado, porque Tú me amaste antes de la creación del mundo.

LA BIENAVENTURANZA ETERNA ES COMPARADA A UN BANQUETE QUE DIOS PREPARA PARA TODOS LOS HOMBRES, EN EL QUE QUEDARÁN SACIADAS TODAS LAS ANSIAS DE FELICIDAD QUE LLEVA EN EL CORAZÓN EL SER HUMANO.

Los apóstoles nos hablan frecuentemente de ESA FELICIDAD QUE ESPERAMOS. San Pablo enseña que ahora vemos a Dios como en un espejo y bajo imágenes oscuras; pero ENTONCES LE VEREMOS CARA A CARA, Y QUE LA ALEGRÍA Y LA FELICIDAD ALLÍ SON INDESCRIPTIBLES.

LA FELICIDAD ETERNA CONSISTIRÁ ANTE TODO EN LA VISIÓN DIRECTA E INMEDIATA DE DIOS. ESTA VISIÓN NO ES SÓLO UN PERFECTÍSIMO CONOCIMIENTO INTELECTUAL, SINO TAMBIÉN COMUNIÓN DE VIDA CON DIOS, UNO Y TRINO. VER A DIOS ES ENCONTRARSE CON ÉL, SER FELICES EN ÉL. DE LA CONTEMPLACIÓN AMOROSA DE LAS TRES DIVINAS PERSONAS SE SEGUIRÁ EN NOSOTROS UN GOZO ILIMITADO. TODAS LAS EXIGENCIAS DE FELICIDAD Y AMOR DE NUESTRO POBRE CORAZÓN QUEDARÁN COLMADAS, SIN TÉRMINO Y SIN FIN. VAMOS A PENSAR LO QUE SERÁ EL CIELO: Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para los que le aman. ¿SE IMAGINAN QUÉ SERÁ LLEGAR ALLÍ, Y ENCONTRARNOS CON DIOS, Y VER AQUELLA HERMOSURA, AQUEL AMOR QUE SE VUELCA EN NUESTROS CORAZONES?

¿QUÉ SERÁ CUANDO TODA LA BELLEZA, TODA LA BONDAD, TODA LA MARAVILLA INFINITA DE DIOS SE VUELQUE EN ESTE POBRE VASO DE BARRO QUE SOY YO, QUE SOMOS TODOS NOSOTROS? Y ENTONCES ME EXPLICO BIEN AQUELLO DEL APÓSTOL: Ni ojo vio, ni oído oyó…

ADEMÁS DEL INMENSO GOZO DE CONTEMPLAR A DIOS, DE VER Y DE ESTAR CON JESUCRISTO GLORIFICADO, existe una bienaventuranza accidental, por la que gozaremos de los bienes creados que responden a nuestras aspiraciones. La compañía de las personas justas que más hemos querido en este mundo: familia, amigos; y también la gloria de nuestros cuerpos resucitados, porque nuestro cuerpo resucitado será numérica y específicamente idéntico al terreno: es preciso, indica San Pablo, que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad, y que este ser mortal se revista de inmortalidad. Éste, el nuestro, no otro semejante o muy parecido, importa mucho -afirma el Catecismo Romano-  estar persuadidos de que este mismo cuerpo, y sin duda el mismo cuerpo que ha sido propio de cada uno, aunque se haya corrompido y reducido a polvo, sin embargo de eso ha de resucitar. Y San Agustín afirma con toda claridad: Resucitará esta carne, la misma que muere y es sepultada (…). La carne que ahora enferma y padece dolores, esa misma ha de resucitar. Nuestra personalidad seguirá siendo la misma, y TENDREMOS EL PROPIO CUERPO, PERO REVESTIDO DE GLORIA Y ESPLENDOR, SI HEMOS SIDO FIELES. NUESTRO CUERPO TENDRÁ LAS CUALIDADES PROPIAS DE LOS CUERPOS GLORIOSOS: AGILIDAD Y SUTILEZA, ES DECIR, NO ESTAR SOMETIDOS A LAS LIMITACIONES DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO-, LA IMPASIBILIDAD -no habrá ya muerte, ni llanto ni gemido, ni habrá más dolor…; ni tendrán ya más hambre, ni más sed…, enjugará Dios toda lágrima de sus ojos.

Creo en la resurrección de la carne, confesamos en el CREDO. Nuestros cuerpos en el Cielo tendrán características diferentes de las actuales, pero seguirán siendo cuerpos y ocuparán un lugar, como ahora el Cuerpo glorioso de Cristo y el de la Virgen. No sabemos cómo ni dónde está ni como se forma ese lugar. La tierra de ahora se habrá configurado: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habrán desaparecido… He aquí que hago todas las cosas nuevas. Muchos Padres y Doctores de la Iglesia, y también muchos santos, piensan que la renovación de todo lo creado se desprende de la misma revelación. EL RECUERDO DEL CIELO NOS DEBE LLEVAR A UNA LUCHA DECIDIDA Y ALEGRE POR QUITAR LOS OBSTÁCULOS QUE SE INTERPONGAN ENTRE NOSOTROS Y CRISTO. NOS IMPULSA A BUSCAR SOBRE TODO LOS BIENES QUE PERDURAN. Y A NO DESEAR A TODA COSTA LOS CONSUELOS QUE ACABAN. PENSAR EN EL CIELO DA UNA GRAN SERENIDAD. NADA AQUÍ ES IRREPARABLE, NADA ES DEFINITIVO; TODOS LOS ERRORES PUEDEN SER REPARADOS. EL ÚNICO FRACASO DEFINITIVO SERÍA NO ACERTAR CON LA PUERTA QUE LLEVA AL CIELO. ALLÍ NOS ESPERA TAMBIÉN LA SANTÍSIMA VIRGEN".

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

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