viernes, 31 de mayo de 2019

Del Muro del padre Rogelio Narváez Martínez. Mayo 30 de 2019.

Mayo 30 de 2019. Del Muro del padre Rogelio Narváez Martínez: MARÍA ES MARÍA...

Las 4 Basílicas Mayores en Roma son nombradas Basílicas Papales...

Ni modo San Pedrito, San Pablo y San Juan... María es María...

Nunca imaginé que por 7 Euros y teniendo ganas de caminar iba a tener el día más maravilloso...

Era el día libre que nos dieron en una apretada agenda de todos estos días...

Aquel día de asueto casi todos pensaban en dormir hasta más tarde, ya que la noche anterior habíamos tenido precisamente la Pastoral Nocturna (Imagínate: Bebidas "espirituosas". incluyendo el tequila, de 164 países provenientes de todos los Continentes y junto con ello el baile fraterno), pero un servidor soy "cero alcohol" y lo único que bailo son mis piecesillos cuando estoy sentado, por lo que decidí dormirme temprano y, por ende, me levanté temprano...

Una vez iniciado el día de asueto mi estrategia era demasiado "inteligente", por lo que al levantarme decidí aprovechar el día al máximo y visitar por lo menos 2 Basílicas y conocer el Coliseo Romano...

Juzgue aprovechar el tiempo y por lo tanto tomar 2 taxis para mi desplazamiento y 1 taxi de regreso... Pensé en mis billetillos y pensaba que invertiría unos 100 Euros en taxis, no podía dejar de pensar que 100 Euros significaban poco más de 2000 pesillos, pero tomé en consideración que el momento no se volvería a repetir tan fácilmente y que 100 Euros "no era tanto", si ya estaba en Roma, que no era un gasto sino una excelente inversión... Fue así como me autoconvencí... Aunque tú no lo creas, yo no dudo en gastar lo que sea necesario en los demás, pero para mí,... Le pienso mucho... ¿No son acaso así los papás?...

Y decidí: "Lo haré", ¡Me lo merezco!... Visitaré 2 Basílicas y el Coliseo Romano...

Pero, ¿cuál sería la ruta?... 2 Basílicas y el Coliseo Romano...

Me dirigí entonces a la Recepción del Hotel y antes de pedir el famoso Taxi "blanco" (que nos dijeron los de Cáritas Internationalis que era el más seguro) interrogue a la recepcionista sobre la ruta que yo iba a seguir... ¿Cuál es el 1, cuál es el 2 y cuál es el 3...?

¿Cómo le hago?, le volví a preguntar a la señorita... Y me dice... La mejor forma es en el METRO...

Le volví a decir... ¡Usted no me entiende!... Yo no quiero batallar, solamente tengo el día de hoy... Quiero visitar 2 Basílicas y el Coliseo Romano y antes de que me pida un Taxi quiero que me diga: por dónde empiezo, y luego qué sigue y dónde debo terminar antes de regresarme al hotel...

Ella me mira, sonríe y me vuelve a decir... La mejor forma es en el METRO...

Ella me vio posiblemente molesto y entonces sacó un mapa y me dijo: Usted está aquí, va a camina por la Vía Aurelia a la derecha durante 10 minutos y va a llegar al Metro Cornelia es la línea A, de allí va a esta estación y llega a San Juan de Letran, sigue para acá y luego... Hay boletos del Metro para 100 minutos, pero yo le recomiendo comprar un boleto para 24 horas que le cuesta 7 Euros...

Y así fue... En un día lluvioso pero sumamente hermoso... En el que caminé a propósito bajo la lluvia y en donde todos los vendedores africanos e hindúes se acercaban para venderme "umbrellas" y "ponchos",... Había quien me ofrecía la misma umbrella por 5 Euros y en el Coliseo fue donde me la ofrecían a 2 Euros... Pero yo había decidido hacer algo que disfruto y que ya tenía años sin hacer: caminar como un niño bajo la lluvia... ¿Quiere una umbrella?

Y pude visitar en mi día de asueto no 2 Basílicas y el Coliseo Romano..., sino 3 Basílicas, el Coliseo Romano, la Plaza España y la Fontana de Trevi, pasando por el taller de Gepetto...

Y así fue el recorrido en mi día de asueto de mis 7 Euros mejor invertidos...

De Cornelia por la línea A hasta San Giovanni para visitar al Señor en la Basílica de San Juan de Letran, regresé a la Estación Termini para visitar al Señor en la Basílica de Santa María la Mayor, después de comer volví a Termini y tomé la línea B a la Estación San Pablo para visitar al Señor en a Basílica de San Pablo Extramuros, después me fui al Metro Colosseo para conocer el Coliseo Romano... Regresé a la línea A para llegar a la Estación España para conocer la Plaza España e ir también a la Fontana de Trevi... Al regresar caminando en la noche y bajo la lluvia, ya con los calcetines mojados pasé por el taller de Gepetto y vi a Pinocchio...

Y así fue aquel hermoso día, después de caminar bajo la lluvia y de haber gastado mis mejores 7 Euros llegué a mi habitación después de cenar y me acosté porque a las 3:06 de la mañana tendría que levantarme pues tenía una cita con mis queridísimos Tigres...

¿Qué me parecieron?...

La Basílica de San Juan de Letrán Hermosísima, la conocí, visite al Santísimo Sacramento pidiendo por mi familia y por mis amigos convertidos en mis hermanos, igual lo hice en San Pablo Extramuros... Pero tengo que confesar que me entristeció que hubiera poca gente...

Pero en Santa María la Mayor, sucedió lo contrario, la Basílica estaba llenísima de gente y con trajes especiales le ofrecían flores a la Virgen Santísima al son de cantos hermosísimos...

No cabe duda... ¡María es María!, aún en Europa...

VI Viernes del Tiempo de Pascua.
31 de Mayo.

Juan 16,20-23a: Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

Pareciera este un juego de palabras: ¿una tristeza que se convierte en gozo? Y es sobre una separación que lejos de vivirse como despojo se convierte en Pascua de la que el Señor quiere que hablemos en este día.

La estancia histórica de Cristo, que ha compartido las situaciones humanas con nosotros, desde su nacimiento en este mundo, será la mejor garantía de que no hay nada de ingrato o de injusto en la existencia humana.

No obstante, será sólo la muerte y la resurrección de Jesucristo, lo que nos ofrezca el testimonio y la garantía de que la existencia humana es buena, y de que todo en ella tiene un sentido.

El acontecimiento Pascual nos muestra cómo la vida y la muerte se encuadran en el plan divino de la salvación, y cómo Dios sabe obtener el bien del mal, sabe sacar vida verdadera de la muerte.

Si la Encarnación del Divino Verbo ha sido la entrada de Dios en la historia, entonces la muerte y la resurrección del Hijo de Dios encarnado es el ingreso del hombre a la metahistoria, es decir el acceso a las realidades que superan el tiempo y el espacio.

En Cristo, hemos comprendido que la muerte dejó de ser el término del existir y se convierte en el paso, la entrada y la liberación. La muerte es la salida de una condición esclavizante para poder entrar en una situación de plenitud y de victoria.

Diría Santa Teresa de Ávila, que la muerte es sólo la salida de una estancia de segunda para ingresar a la posada de la eternidad. La muerte debe contemplarse como esa alegría que obtenemos al dejar el hospital, aún con la nostalgia de los médicos y enfermeras con los que nos hemos familiarizado en el trato de la caridad.

El cristiano no le tiene miedo a la muerte, podemos decir que a lo único que tememos, es que, después de esta vida y de la muerte merezcamos la muerte segunda, como la llama el Apocalípsis, que es la muerte eterna de la que ya no existe regreso.

La Iglesia posee el verdadero conocimiento en torno al destino final del hombre. La muerte es vista con los ojos del resucitado. La salvación eterna se encuentra sólo en Cristo Jesús.

Entre las múltiples enseñanzas de los santos, en lo personal, me agrada la última lección de cristianismo que le da Santa Mónica a su hijo, San Agustín.

Están ambos residiendo en Hostia, un puerto cercano a la ciudad de Roma, y una noche, en que Santa Mónica experimenta el dulce vuelo del ángel de la hermana muerte sobre su tejado, le pide a su hijo Agustín que le ayude, puesto que quiere caminar en la playa, y experimentar en sus pies descalzos la humedad de la arena que ha sido bañada por las olas.

Agustín se ha aprestado a cumplir la voluntad de su madre, pero esa noche percibe la notable dificultad que tiene su madre para desplazarse, su caminar es humanamente torpe aunque lleva una sonrisa en su rostro. Por primera ocasión, de manera consciente contempla Agustín a su madre desgastada por el peso de los años, y se da por enterado de que gran parte de su desgaste físico ha sido ocasionado por sus actitudes renuentes de la juventud. Llora en el silencio Agustín mientras que lleva a Santa Mónica del brazo. Ella voltea a mirarlo y gracias a la luz refleja de la luna mira aquellas lágrimas de arrepentimiento rodar por sus mejillas, es entonces que Santa Mónica le dice a su hijo, unas palabras que su mismo hijo nos ha compartido en el libro de las Confesiones:

" No llores si me amas, si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo.
Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos.
Si pudieras ver los caminos, el horizonte y los senderos por los que ahora atravieso.
Si pudieras contemplar como yo, la belleza ante la cual las bellezas languidecen.

¡Créeme!, el día en que tu alma vuele hasta este cielo, al cual yo te he precedido.
El día en que la muerte venga a desatar los nudos como ha roto los que a mí me encadenaban.

Ese día me volverás a ver, y encontrarás en mi corazón tus ternuras aumentadas.
Me verás en la transfiguración, en éxtasis, feliz. Ya no esperando la muerte sino avanzando juntos.
Pues te llevaré de la mano por senderos nuevos de la luz y de la vida.

¡Enjuga pues tu llanto, y no llores si me amas!".

Santa Mónica le estaba dando a su hijo la última lección sobre la doctrina de Cristo. Le explicaba el último artículo del credo que profesamos domingo a domingo: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro"

¿No te has dado cuenta? Para los cristianos la muerte no puede ser un camino cortado sino una meta alcanzada.

En la muerte hay siempre algo de tristeza, pero para el cristiano aún en esa tristeza debe haber plenitud de gozo...

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