«Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. Mateo 11, 25.
EL EMPLEADO DE ESTA INSTITUCIÓN
Se levanta temprano; Trabaja con gusto; ayuda a sus compañeros. Cuida su cuerpo, su mente y su alma. Es disciplinado, alegre, entusiasta y puntual. Hace ejercicio, se alimenta bien, duerme ocho horas, practica buenos hábitos. Es agradecido, ordenado, limpio y servicial. Vive en paz consigo mismo, con Dios y con sus semejantes. No se desvela, no se mete en asuntos ajenos y no habla mal de nadie. Es discreto, honrado, amable y generoso. Practica el bien y se esfuerza en ser mejor cada día.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.