Decía el Papa Juan XXIII, que cuando él era joven, admiraba a las personas listas, a los inteligentes, a los genios, a los superdotados, a los críticos y analistas. Pero ahora he cambiado mi apreciación, ahora que soy viejo, admiro a las personas bondadosas. Un corazón bueno vale más que todas las cabezas del mundo.
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sábado, 3 de agosto de 2019
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