Jesucristo no alimenta los sentimientos de culpa de la mujer adúltera:
"¿Dónde están los que te condenaban?
¿Ninguno te ha condenado?
Y ella contesta: "Ninguno, Señor".
Luego el Señor alimenta su seguridad y paz al decirle:
"Yo tampoco te condeno, vete y no vuelvas a pecar".
Jesucristo no le dice. Qué barbaridad, qué cosa más horrenda has hecho; no, de ninguna manera.
Cristo alimenta su esperanza. Desea que no nos lastimemos.
Él quiere nuestro desarrollo, nuestro crecimiento.
No le des vueltas a lo mal que hiciste, no; porque estarías alimentando al cerebro para volverlo a hacer, para cometer más faltas, más errores.
(Luis Jorge González, sacerdote Carmelita Descalzo).
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domingo, 26 de julio de 2020
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