domingo, 25 de marzo de 2012

MORIR PARA DAR FRUTO.

 

Tener éxito, ser reconocido o ser un triunfador, es un lenguaje de hoy, que les gusta usar a los que escriben libros de superación o que dictan conferencias sobre valores; pero no es propiamente un lenguaje del Evangelio. Jesús habla de compartir, del amor, del servicio, de morir para dar fruto.

 

La vida de Jesús, desde sus comienzos apostólicos, fue un morir constante. Morir a la fama, al prestigio, al mesianismo fácil y triunfalista. Un morir para dar vida, como el buen pastor que da la vida por las ovejas.

 

Un morir para que otros vivan. Y así hasta llegar a la muerte más dramática y escandalosa, la muerte en cruz.

 

El evangelio de este domingo (abril 25 de 2012) nos invita a no tener miedo a la muerte; a lanzarnos, como Jesús, a gastar la vida por los otros; a preocuparnos, no por tener éxito y ser reconocidos, sino por dar frutos de amor, justicia y fraternidad.

 

 "Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos ver a Jesús".

 

Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre re sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que; se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

 

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.

 

Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: Padre, líbrame de esta hora? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo".

 

De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús los dijo: "Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir".  San Juan 12, 20-33.

 

 

Máxima:

 

Si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

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