martes, 24 de abril de 2012

MARÍA GORETTI.

 

El 6 de julio de 1902, a la edad de once años con ocho meses y 20 días, murió  la niña María Goretti, mártir por defender su castidad.

 

A los diez años quedó huérfana de padre. Era una niña muy piadosa; desde que hizo la primera comunión se propuso preferir la muerte antes que cometer pecado.

 

El asesino se llamaba Alejandro Serenelli, tenía 20 años de edad. Se dedicó a lecturas impuras que dañaron su alma.

 

En varias ocasiones le hizo propuestas indignas a María, ella rechazaba todo esto. El 5 de julio, por la tarde, entró en la casa de la niña y la invitó a entrar con él a una habitación.

 

Ella lo rechazó, y Alejandro, a empujones la lanzó hacia adentro. La niña gritaba pidiendo auxilio, pero él la ahogaba con sus fuertes brazos.

 

Ella exclamaba: "¡No, no! Es pecado. ¡No! No. Alejandro, ¡Te irás al infierno! ¡Yo prefiero morir antes que hacer lo que desagrada a Dios!"

 

Al oír esto, Alejandro sacó un cuchillo y atacó a la niña. Ella cayó por el suelo, pidiendo auxilio. Lo último que el asesino escuchó antes de salir huyendo fue: "Alejandro, yo te perdono".

 

Al fin llega la mamá y le pregunta angustiada: -"María, María, ¿qué ha sucedido? ¿Quién te ha herido?" -Fue Alejandro. -¿Y por qué te hizo esto? –Porque no quise hacer las cosas malas que él quería.

 

El mismo asesino y los médicos certificaron que la niña conservó su total virginidad. Los médicos hicieron lo posible por salvarle la vida a la niña, pero todo fue inútil.

 

Las últimas horas de su vida fueron conmovedoras. Recibió con emoción de niña inocente su última comunión y la Unción de los Enfermos. Le preguntaron si perdonaba al agresor. –Sí, lo perdono por amor a Jesucristo, y deseo que un día pueda ir él también al Cielo.

Veinticuatro horas después de ser atacada, murió santamente.

 

Alejandro fue condenado a treinta años de prisión. En el año de 1910 tuvo un sueño. Vio que se encontraba con María Goretti en un bellísimo jardín, donde ella estaba cultivando hermosas rosas, y que la niña le decía que él también podría ir un día al Paraíso.

 

Esto lo transformó por completo. Se confesó. Empezó a comportarse sumamente bien en la cárcel y a ofrecer sus oficios y sus sufrimientos por sus pecados, y al fin las autoridades le rebajaron tres años de su condena por su buena conducta. Salió libre después de 27 años de cárcel.

 

En la noche de la Navidad del año 1929, la mamá de María Goretti, sintió que tocaban a la puerta. Salió, y al abrir vio que era Alejandro. Él le dijo: -Señora, ¿me conoce? Ella respondió: -Sí, Alejandro, lo recuerdo muy bien. – ¿Me perdona? Suplicó el pobre hombre que llevaba en su rostro las huellas de 27 años sufriendo en la cárcel. –Sí, Alejandro; Dios lo ha perdonado, mi hija también lo perdonó. ¿Cómo no lo voy a perdonar yo?

 

Aquella noche la pasó en la casa del párroco; y a la misa de medianoche se acercaron a comulgar juntos (la mamá de la santa y el asesino).

 

Alejandro terminó sus días como hortelano en un convento de los Padres Capuchinos, arrepentido y haciendo penitencia por sus pecados.

 

La fama de María Goretti se había extendido por todo el mundo.

 

La santidad de esta niña se debió al estudio del catecismo, de sus frecuentes oraciones, de su gran devoción a la Santísima Virgen y de las enseñanzas que había recibido en su hogar tan creyente. María Goretti estaba llena de Dios.

 

Por intercesión de la Santa se consiguieron varios milagros. Entonces la Santa Sede dispuso hacer los estudios para su beatificación y canonización.

 

La gran fecha fue el 24 de junio de 1950. Medio millón de personas asistieron a la ceremonia de canonización, que no se pudo hacer en la Basílica de San Pedro. Fue necesario realizarla en la Plaza. El Papa Pío XII salió al balcón del Vaticano acompañado de la mamá de María Goretti, que tenía ya más de 80 años. La gente no recordaba el caso de que una mamá hubiera asistido a la canonización de su hija.

 

Que Dios y María santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

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