domingo, 4 de noviembre de 2012

LA RISA ES TAN NECESARIA COMO EL PAN.

 

 En un autobús repleto de ancianos, que llevaban a visitar la ciudad, una viejita se levanta de su asiento, le toca el hombro al chofer, y le ofrece un buen puñado de cacahuates sin cáscara.

 

El chofer sorprendido, le da las gracias y se los come con agrado.

 

Cinco minutos después, la abuelita repite;  el chofer vuelve a  agradecerle el gesto, y se come sus cacahuates.

 

Cinco minutos más tarde viene el otro puñado.

 

Al cabo de unos diez puñados, el chofer ya no puede y le pregunta:

 

Dígame, abuelita, es muy gentil de su parte atiborrarme de  cacahuatitos pelados, pero ¿no cree usted que a lo mejor sus cuarenta amigos y amigas querrían también unos pocos?

 

No joven, como no tenemos dientes, solo les chupamos el
chocolatito.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

 

 

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