"Yo soy la vid y ustedes son los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto; pero sin mí nada pueden hacer". Juan 15, 5.
CARTA DE UN HIJO ENCARCELADO
Cuando pensabas que no te veía, escuché tus "palabrotas". Cuando pensabas que no te veía, observé tus transas. Cuando pensabas que no te veía, miré cómo robabas y mentías. Cuando pensabas que no te veía, miré cómo te corrompías. Aprendí de ti más de lo que imaginas; y hoy, en la cárcel, pienso en todo lo que me enseñaste.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.