Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Juan 3, 16.
EL ABRAZO MEDICINAL
El afecto de un abrazo suele tener capacidades terapéuticas, de tal manera que cualquier médico, cualquier pedagogo y cualquier psicólogo nos podrían decir que en su justa dosis los brazos de una madre suelen ser la mejor fuente de seguridad en la formación del carácter de una persona. ¿Y quién de nosotros no ha sentido un abrazo medicinal? ¿Uno de esos abrazos que todo lo curan desde un raspón hasta un corazón destrozado? Helen Colton refuerza esto con investigaciones que indican que: "Cuando se toca a una persona, la cantidad de hemoglobina en la sangre aumenta en forma significativa. La hemoglobina es la parte de la sangre que transporta el abastecimiento vital del oxígeno a todos los órganos del cuerpo... incluyendo el corazón y el cerebro. Un incremento en la hemoglobina tonifica todo el cuerpo, ayuda a impedir la enfermedad y apresura la recuperación de un padecimiento". Los estudios continuamente han revelado que la necesidad de un contacto físico es algo innato en todos los animales de sangre caliente; el contacto los hace sentirse más cómodos y ser más pacíficos. Por otra parte, la privación del contacto a menudo conduce al abatimiento, pérdida del apetito, apatía y a una disminución del funcionamiento eficiente. El doctor Harold Voth, psiquiatra de la Fundación Menninger en Kansas, ha declarado: "Un abrazo puede disipar la depresión... permitiendo que el sistema inmunológico del cuerpo se ajuste. Los abrazos infunden nueva vida a un cuerpo cansado y nos hacen sentir más jóvenes y vibrantes. En el hogar, los abrazos cotidianos reforzarán las relaciones, reduciendo las fricciones de una manera significativa". (Extracto de reflexión dominical del padre Rogelio Narváez Martínez).
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.