jueves, 10 de enero de 2013

CONSUMISMO.

Necesito poco, y lo poco que necesito, lo necesito poco.

 

San Francisco de Asís.

 

CONSUMISMO

(Extracto de la reflexión dominical del padre Rogelio Narváez Martínez)

El tema de la austeridad y la cercanía con la Navidad me ha hecho recordar un libro de Geraldine Brooks titulado:

El Universo en un Jardín.

En él narraba su asombro ante el consumismo en que se había sumergido su hijo Nathaniel.

"Me asombra la gran cantidad de bienes materiales que mi pequeño ya ha consumido.

Tiene cinco años y ya descompuso una podadora de césped amarilla, un triciclo de manillar rojo, un señor papá con protuberancias marrón y verdes.

Las cosas le duran hasta que el microcircuito se estropea o el plástico se haga añicos.

Los juguetes modernos no le dejan lugar a la imaginación:

Ahora son los microcircuitos los que piensan; los personajes de dibujos animados ya vienen con todo y diálogos solo basta aplastar un botón, y toda muñeca arrastra tras de sí un séquito de accesorios que comprar".

Ella narra que cuando era niña en Australia, era llevada por su madre a recorrer la finca, allí en donde cada planta y cada piedra tenían una historia para contar.

Una lagartija que se asoleaba sobre un ladrillo era el héroe en un cuento de dragones.

Los hongos de forma quebrada eran la escalinata de un hada, que conducía hasta un reino secreto.

Las margaritas tenían caras y las azaleas eran los vestidos de noche para que la margarita fuera de baile con un príncipe.

En el otoño las hojas caídas les permitían jugar a la tienda de los sombreros.

No hacía falta gastar para jugar a estos juegos.

Lo único que se necesitaba era la dedicación de su madre.

Dice ella:

Si examino los costosos regalos que recibe Nathaniel, parece que toda su gracia reside en que no necesitan la intervención de los padres, y parece ser que para eso los compramos.

Algunos juguetes tienen alegres voces automáticas que hablan al pulsar un botón:

"Escoge un amigo para ir a la tienda", invitándolo a elegir entre sapos y ratones antropomorfos.

Todavía recuerda Geraldine aquellas invitaciones que le hacía su madre:

"Vamos de compras.

En el jardín hay un árbol donde se venden sombreros elegantes",... y se la pasaban largas horas escogiendo entre las hojas de los árboles el sombrero más bello.

Termina Geraldine con una reflexión:

"¿Me pregunto si todas las cosas que le he dado a mi hijo no le habrán quitado algo?"

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

 

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