viernes, 30 de marzo de 2012

HASTA SETENTA VECES SIETE.

En el Evangelio según S. Mateo, Pedro pregunta a Jesús: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Le dice Jesús: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt 18,21-22).

 

 

 

Reflexión:

 

El perdón es un "regalo", yo puedo ofrecerlo a muchas personas de la misma forma como lo recibo de Dios.

 

A veces pongo muchas excusas para no perdonar. Cuando Jesús dijo: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen ", estaba haciendo un regalo sin que se lo pidieran, Simplemente regaló su perdón.

 

El Padre nuestro me recuerda: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".

 

"Que si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también su Padre celestial; pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará las ofensas de ustedes".

 

 

Máxima:

 

Vengándome  igualo al enemigo; perdonando, me parezco más a Dios.

 

 

Mi compromiso:

 

Hoy, desde el fondo de mi corazón, perdono a todos los que me han hecho daño.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

 

 

 

 

jueves, 29 de marzo de 2012

PAPAS EN LA MOCHILA.

PAPAS EN

LA MOCHILA

 

Un día, la maestra nos pidió de tarea que lleváramos papas crudas y una bolsa de plástico. Nos dijo que pusiéramos en la bolsa una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento.

 

Nos pidió que durante una semana lleváramos con nosotros esa bolsa de papas en la mochila. El fastidio de acarrear esa bolsa a todo momento me demostró claramente el peso que cargaba a diario en mi corazón y en mi vida debido al resentimiento.

 

Reflexión:

 

Este ejercicio me hizo pensar sobre el precio que pagaba por no perdonar algo que ya había pasado y no podía cambiarse.

 

Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta que los primeros beneficiados somos nosotros mismos.

 

La falta de perdón es como un veneno que tomamos diariamente a gotas pero que finalmente nos termina envenenando.

 

Máxima:

 

El perdón rompe las cadenas y nos hace libres.

 

Mi compromiso:

 

Hoy perdonaré a quien me haya ofendido. Mi corazón quedará limpio.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

miércoles, 28 de marzo de 2012

CONTROLAR LA LENGUA.

CONTROLAR LA LENGUA

 

 

 

Había una vez un muchacho que habló mal de un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que éste había alcanzado.

 

Tiempo después, se arrepintió de lo que había hecho a su amigo y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: "Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo.

 

¿Cómo puedo hacerlo?", a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una por donde vayas".

 

El hombre, muy contento por aquella respuesta, tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.

 

Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado";  el sabio contestó: "Ésa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas".

 

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna. Al volver, el hombre sabio le dijo:

 

"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló  y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".

 

 

Reflexión:

 

Cuando decimos o hacemos algo negativo, el daño está hecho; por eso, es mejor controlar nuestros pensamientos y dominar la lengua. Debo evitar lastimar a nuestros compañeros y ser buenos con ellos.

 

 

Máxima:

 

El silencio es oro.

 

Compromiso:

 

Hoy dominaré a mi lengua.

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

 

 

 

martes, 27 de marzo de 2012

MENSAJE DE MARÍA REINA DE LA PAZ EN MEDJUGORJE

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 2 de marzo de 2012

Queridos hijos, vengo entre ustedes por el inmenso amor de Dios, y persistentemente los llamo a los brazos de mi Hijo. Con corazón materno les imploro, hijos míos, y también les advierto para que en primer lugar esté en ustedes la preocupación por aquellos que aún no han conocido a mi Hijo. No permitan que ellos, observándolos a ustedes y a sus vidas, no quieran conocerlo. Oren al Espíritu Santo para que sea mi Hijo impreso en ustedes. Oren para que puedan ser apóstoles de la luz de Dios en este tiempo de tinieblas y desesperación. Éste es el tiempo en el que son puestos a prueba. Vengan conmigo, con el Rosario en la mano y el amor en el corazón. Yo los conduzco a la Pascua en mi Hijo. Oren por aquellos a quienes eligió mi Hijo, para que puedan vivir siempre por Él y en Él, Sumo Sacerdote. Gracias.

Comentario

Un mensaje diferente a otros

Las apariciones de los días dos de cada mes están dedicadas a abrirnos a la realidad de una inmensa humanidad que no cree o niega o es indiferente a Dios, para que oremos, ofrezcamos por ellos y podamos ser, sino ejemplos a imitar, al menos testimonios a considerar.

Esta humanidad sin Dios es para nosotros en gran parte anónima, pero no lo es para la Santísima Virgen que los ha heredado como hijos al pie de la cruz y los conoce, como a nosotros, a cada uno en particular. Ella no condena y quiere que no apuntemos el dedo sobre ninguno sino que cooperemos a su salvación.

En el curso de los años ha dado varios mensajes similares a éste, pero el actual tiene una carga mayor y un tono diverso. Diverso porque pone ante nosotros una imagen, nuestra propia imagen, que confrontan quienes no conocen el amor de Dios.

Sabemos que muchos se han alejado de la fe debido a experiencias negativas en el trato con la Iglesia. Por eso, mucho debemos cuidarnos de dar ningún paso en falso que ponga en compromiso la salvación de otro. Los pasos en falso no son sólo los escándalos, también lo son las ambigüedades, el egoísmo, la mezquindad, la hipocresía, la arrogancia y soberbia.

La imagen que reflejamos

Debemos ser conscientes que las personas ven lo externo, no ven nuestro mundo interior. Es lo primero que ven y a veces lo único que ven.

Preguntémonos qué cara ponemos, qué impresión les produciremos a los demás. Por ejemplo, ver si acaso en nosotros no hay gestos de impaciencia, irritación, intolerancia, falta de acogimiento o actitudes de superioridad.

¡Qué terrible impresión ver personas que van asiduamente a Misa, que practican rigurosamente, en la iglesia o fuera de ella, sus devociones y se las ve luego con rostros avinagrados y sombríos! Esos rostros algo dicen, algo reflejan de un camino que no es el del amor.

Del Santo Cura de Ars, san Juan María Vianney, catedráticos y obispos decían "no sé si este señor es erudito, pero es luminoso". ¡Ser luminoso! Luminoso es quien refleja algo de la Luz de Cristo. La santidad es luminosa, y lo que hace luminosa la mirada es el amor con que miramos. ¡Ah, si pudiéramos con nuestra sola presencia expresar que estamos enamorados del Señor!

Tengamos siempre en cuenta que vivimos sumergidos en una cultura icónica, en un mundo de imágenes. Nuestra imagen, la que debemos dar es la de un Dios que es amor. Debemos reflejar a Cristo y por eso –como nos exhorta la Santísima Virgen en este mensaje- debemos pedir al Espíritu Santo que quede impresa su imagen en nosotros.

La pureza

El Señor dice: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". Los limpios de corazón captarán mucho más las cosas que los que llevaron una vida sucia. Los limpios de corazón llegarán a ver al Dios invisible.

La pureza arranca de la limpieza afectivo-sexual para llegar a la de corazón.

La afectivo-sexual hace limpia la relación humana hombre-mujer. En el lenguaje cristiano se la llama castidad. Es el relacionarnos limpiamente. Castos en la relación, castos en el matrimonio. Luego, está la otra, la castidad virginal, que implica tener el corazón indiviso y con todo ese corazón amar a Dios. Es la castidad del consagrado, del sacerdote y religioso o religiosa.

La pureza o limpieza de corazón, de la bienaventuranza, no se reduce a las otras sino que va más allá. Una persona puede ser muy casta pero muy orgullosa. Un obispo que había visitado a unas monjas jansenistas, dijo de ellas: "Son puras como ángeles y soberbias como demonios". Esa pureza va siempre acompañada de la humildad.

Debemos ser verdaderos, auténticos, sin dobleces. Auténtico es el que se esfuerza en vivir como debe vivir, como Dios quiere que se viva.

El corazón es el símbolo de la vida entera. Toda la dimensión de la persona debe ser limpia. Lo primero a limpiar es la intención. Debemos purificar nuestras intenciones. Tener mucho cuidado con la malicia. Hasta en el silencio de quien calla puede haber malicia.

Un sabio obispo, muy anciano en edad pero lleno de fuego vital, en un retiro para sacerdotes, nos proponía estas preguntas: "¿Mi vida es limpia? ¿Busco la verdad? ¿La busco con amor? ¿La realizo con amor?".

         Llenarse de Dios, esa es la clave de todo. Es decir pasar un tiempo cultivando nuestra intimidad con Dios y tener esos grandes momentos de adoración. Apartarse con el Señor no es alejarse de los demás porque nunca estamos más cerca de los demás que cuando estamos en el corazón de Cristo.

Advertencia seria

La Santísima Virgen nos advierte: No ocurra que mis otros hijos, los que no conocen el amor divino, no quieran conocer a Dios al ver cómo ustedes se comportan y llevan sus vidas. No sea cosa que mirando cómo nos comportamos, cómo vivimos nuestra fe, sea para ellos motivo de escándalo, piedra de tropiezo y digan "si estos son los que dicen que Dios existe, que conocen a quien llaman el Salvador y así viven, entonces todo debe ser un gran cuento porque si fuera cierto serían muy diferentes".

Otro aspecto de lo mismo es cómo se vive y participa de la Santa Misa. La liturgia refleja la fe en lo que se celebra. Nosotros creemos que la Sagrada Eucaristía es el signo de la Presencia real, verdadera, substancial de Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Creemos que en la comunión recibimos la Persona de Cristo y la Persona de Cristo es Dios. Por tanto la comunión sacramental es sobre todo un encuentro con la Persona de nuestro Creador y Salvador. Tal encuentro con Dios exige siempre adoración, de donde la celebración va junto a la adoración. Esa es parte esencial de nuestra fe católica. Supongamos luego que alguien, proveniente de otra religión o del ateísmo, está en un proceso de conversión para hacerse católico y se lo lleva a una Misa donde no ve ningún gesto de adoración, donde las personas van a recibir la comunión como se recibe un caramelo, donde se manosea la Sagrada Eucaristía, donde ni siquiera inclinan la cabeza en señal de reverencia y respeto ante la presencia del Señor, donde ve continuo movimiento de personas alrededor del altar, donde pasan frente al sagrario sin hacer ninguna genuflexión, ¿qué llegará a pensar esa persona? ¿Qué podrá concluir cuando a la Eucaristía se la trata como una cosa, como un objeto y ni siquiera un objeto sacro? ¿Quién podrá convencerla que aquella asamblea cree que Dios está realmente allí presente? Por cierto que dirá que alguno miente porque o es verdad y entonces todos esas personas no tienen ni idea del sacrilegio que cometen o bien lo que ha leído, lo que le ha dicho el catequista es todo mentira.

La oscuridad del mundo y la luz de Cristo

Es hora de recapacitar, de cambiar y en total humildad y sumisión dejar que Dios haga su obra de conversión en nosotros. Debemos acercarnos más a Dios, aceptar y desear entrar en intimidad con Él para que nos transforme.

La Madre de Dios nos llama a la oración, a la invocación al Espíritu Santo para que Cristo esté en nosotros y viva en nosotros. Nos llama a ser portadores de la Luz de Dios en un mundo sumido en la oscuridad. Nos habla de este tiempo como tiempo de prueba. Desconocemos el alcance de esta prueba, sólo que es indicio de tiempos difíciles y la prueba es siempre prueba en el amor. De cada prueba debe salir fortalecida la fe y el amor en nosotros.

El Santo Padre recientemente ha recordado que Dios es luz y Jesús la lámpara que jamás se apaga ni siquiera en la noche más oscura. Él quiere dar a sus amigos más íntimos "la experiencia de esta luz que mora en Él". El Señor quiere hoy darnos ese don, a nosotros que tenemos necesidad de esa luz interior para superar las pruebas de la vida. Exhortaba el Papa a dejarnos colmar interiormente de esta luz subiendo con Jesús sobre el monte de la oración y contemplar su rostro, pleno de amor y de verdad.

Exhortación final

Oremos con el corazón para que por la oración entre el amor. Recemos con el Santo Rosario, porque Dios le ha dado un gran poder a esta oración humilde. Seamos enviados de nuestra Madre para –reflejando la luz de Cristo- llevar la luz a la oscuridad del mundo.

Por fin no juzguemos a los sacerdotes, a nuestros obispos, porque el mismo Señor los ha elegido y Él es el único juez. A él, ellos, cada uno de nosotros deberemos darle cuenta. Sabemos que grandísima es la responsabilidad de los sacerdotes, de los obispos porque "a quien se le dio mucho se le reclamará mucho; y a quien se le confió mucho, se le pedirá más" (Lc 12:48). Debemos saber también que son los blancos de Satanás porque herido el pastor se dispersan las ovejas y un pastor herido, un sacerdote que provoca escándalo hiere a muchísimas almas. Quien se está condenando no necesita que otros lo juzguen para condenarlo, necesita sí que lo ayuden para salvarlo del abismo. La ayuda se llama oración, sacrificio, ofrecimiento.

Damos gracias al Señor por este mensaje de su Madre, le damos gracias por Ella, que en este tiempo de prueba, cuando la Iglesia está sufriendo la Pasión del Señor, la Santísima Virgen está junto a nosotros, Iglesia de Cristo, para conducirnos a la Pascua de Resurrección, a la contemplación de Cristo Resucitado vencedor de Satanás y de todas nuestras muertes.

P. Justo Antonio Lofeudo

www.mensajerosdelareinadelapaz.org


¡Bendito, Alabado y Adorado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar!


Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

domingo, 25 de marzo de 2012

MORIR PARA DAR FRUTO.

 

Tener éxito, ser reconocido o ser un triunfador, es un lenguaje de hoy, que les gusta usar a los que escriben libros de superación o que dictan conferencias sobre valores; pero no es propiamente un lenguaje del Evangelio. Jesús habla de compartir, del amor, del servicio, de morir para dar fruto.

 

La vida de Jesús, desde sus comienzos apostólicos, fue un morir constante. Morir a la fama, al prestigio, al mesianismo fácil y triunfalista. Un morir para dar vida, como el buen pastor que da la vida por las ovejas.

 

Un morir para que otros vivan. Y así hasta llegar a la muerte más dramática y escandalosa, la muerte en cruz.

 

El evangelio de este domingo (abril 25 de 2012) nos invita a no tener miedo a la muerte; a lanzarnos, como Jesús, a gastar la vida por los otros; a preocuparnos, no por tener éxito y ser reconocidos, sino por dar frutos de amor, justicia y fraternidad.

 

 "Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos ver a Jesús".

 

Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre re sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que; se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

 

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.

 

Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: Padre, líbrame de esta hora? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo".

 

De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús los dijo: "Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir".  San Juan 12, 20-33.

 

 

Máxima:

 

Si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

lunes, 19 de marzo de 2012

EL PODER DE LA ORACIÓN.

EL PODER DE LA ORACIÓN

 

 

Y Jesús les dijo: "Si uno de ustedes tiene un amigo y va a él a media noche y le dice:

 

>Amigo, préstame tres panes, pues un amigo mío ha venido de camino a mi casa y no tengo que darle>.

 

Aunque aquél le responda desde dentro: >No me molestes; la puerta está cerrada, y yo y mis hijos acostados; no puedo levantarme a dártelos>.

 

Yo les aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite". San Lucas XI, 5-8.

                                                            


Reflexión:

 

Todo cuanto pidáis en la oración, creed que lo recibiréis y lo tendréis". San Marcos XI, 24.

 

 

Dios escucha nuestra oración, y nos concede lo mejor. Nuestra oración ha de ser confiada y serena. Dios sabe bien las necesidades que padecemos, mucho mejor que nosotros mismos.

 

Tengo esperanza, porque Cristo se va a manifestar en mi vida. Cristo va a manifestar su amor de alguna manera. Todo lo que me pasa es para mi bien, porque Cristo se va a manifestar en mi vida.

 

El miedo me paraliza.  Dios nos da siempre lo mejor. En algún momento, EL SEÑOR  no nos da lo que pedimos, porque sin darnos cuenta, quizá estamos pidiendo algún mal que nuestra voluntad ha revestido con apariencia de bien.

 

Una madre no da a su hijo un afilado cuchillo que brilla y atrae, y que la pequeña criatura desea con pasión.  Nosotros somos hijos pequeños delante de Dios.

 

Cuando pedimos algo que sería un mal, aunque tenga apariencia de bien, Dios hace como las buenas madres con sus hijos menores, nos da otras Gracias que sí serán para nuestro provecho, aunque por nuestras pocas luces las deseemos menos.

 

 

Máxima:

 

Dios siempre escucha nuestra oración.

 

Mi compromiso:

 

Hoy meditaré en el poder de la oración y me mantendré en comunicación con Dios.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

domingo, 18 de marzo de 2012

SOY EL MILAGRO MÁS GRANDE DE LA NATURALEZA.

SOY EL MILAGRO MÁS GRANDE DE LA NATURALEZA

 

(Pergamino cuatro de  "El Vendedor Más Grande del Mundo", de Og Mandino)

Soy el milagro más grande de la naturaleza. Jamás ha existido otro con mi mente, mi corazón, mis ojos, mis manos; nadie que piense, hable o actúe como yo. Soy único, por eso mi misión sólo puedo yo cumplirla.

 

Nadie puede hacer lo que yo hago; nadie puede engendrar a mi hijo; nadie puede vender como yo; debo hacer que esta singularidad dé frutos al máximo.  Soy el milagro más grande de la naturaleza.

 

Ya no intentaré imitar a los demás; una mercancía se vende porque ofrece algo diferente y único; yo tengo que hacer sentir mi singularidad, porque es valiosa; es fruto de miles de años de progreso humano; no estoy empleando más que un mínimo de ese potencial ilimitado de que dispongo, por eso no puedo satisfacerme con los éxitos de ayer, ni complacerme en alabanzas: mis éxitos son demasiado pequeños para exigir reconocimiento.

 

Soy el milagro más grande de la naturaleza, y estoy en la Tierra con un propósito: crecer hasta convertirme en montaña, no disminuir hasta acabar en grano de arena.  Aumentaré mi conocimiento de la humanidad, de mí mismo, y de lo que ofrezco a los demás; cuidaré mi modo de hablar, recordando que muchos han tenido éxito en sus ventas con un solo discurso bien pronunciado.

 

Soy el milagro más grande de la naturaleza, y concentraré mi atención en lo que hago en cada momento; no estaré pensando en la familia mientras trabajo en el mercado; no llevaré al hogar los problemas del trabajo. Soy el milagro más grande de la naturaleza, y mis ojos y mi mente podrán descubrir las buenas oportunidades, aunque se presenten ocultas. Miraré más allá de su disfraz para no dejarlas escapar.

 

Soy el milagro más grande de la naturaleza, y la naturaleza no conoce derrotas. Después de cada victoria  la lucha será menos difícil. Venceré y seré un gran vendedor de las mejores mercancías, porque soy único, singular. Soy el milagro más grande de la naturaleza.

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

 

 

viernes, 16 de marzo de 2012

PERSISTIRÉ HASTA ALCANZAR EL ÉXITO .

PERSISTIRÉ HASTA ALCANZAR EL ÉXITO

(Pergamino tres de "El Vendedor más Grande del Mundo", de Og Mandino)

Reconoceré que cada día la vida me pone de nuevo a prueba; pero no nací en la derrota, no; no me dejaré contagiar por los que lloran y se quejan; persistiré hasta alcanzar el éxito. 

Los premios en la vida se encuentran al final de cada jornada, no al principio. Daré siempre un paso más, y si no es suficiente, daré otro; mi esfuerzo diario será como el golpe tenaz del hacha sobre el duro roble.

Seré como las gotas de lluvia que acaban por demoler una montaña, o como la estrella que ilumina toda la tierra. Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Desaparecerán de mi  vocabulario palabras como: "no puedo", "fracaso", "no hay esperanza"; trabajaré y alcanzaré mi meta; algunos obstáculos serán insuperados, pasando por encima o por debajo, pero ninguno me detendrá.

El eco de un "no", hará sonar en mi memoria la melodía del "sí", como la noche precede al día. No permitiré que la jornada termine en fracaso. Intentaré una vez más; el éxito de este día  está a un paso, y yo voy a darlo.

Persistiré hasta alcanzar el éxito. No dejaré que los triunfos de ayer me hagan caer en la vana complacencia de hoy. Saludaré al nuevo día con la confianza de que será superior al de ayer, pero inferior al de mañana.

Mientras haya un hálito en mí, persistiré hasta alcanzar el éxito, y lo alcanzaré.

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

 

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