Con demasiada frecuencia subestimamos el poder de una caricia, una sonrisa, una palabra amable, un oído atento, un elogio sincero, y de las más sencillas muestras de interés. Todo ello es capaz de cambiar una vida.
¡Cuántas oportunidades se nos presentan para hacer sentir a otros nuestro amor!
Reflexión:
La persona que está frente a nosotros percibe nuestra actitud; si ésta es con indiferencia o con muestras de afecto.
¡Cuánto bien podemos hacer a los demás en nuestro trato diario!
Decían Santa Teresa y san Juan de la Cruz: "En el atardecer de nuestra vida seremos juzgados por el amor".
Jesús nos dice en el Evangelio, en San Juan XV, 12: "Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado".
Máxima:
En el atardecer de nuestra vida seremos juzgados por el amor".
Mi compromiso:
Hoy seré amable con las personas; mi saludo será afectuoso.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.