CONTROLAR LA LENGUA
Había una vez un muchacho que habló mal de un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que éste había alcanzado.
Tiempo después, se arrepintió de lo que había hecho a su amigo y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: "Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo.
¿Cómo puedo hacerlo?", a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una por donde vayas".
El hombre, muy contento por aquella respuesta, tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado"; el sabio contestó: "Ésa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna. Al volver, el hombre sabio le dijo:
"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".
Reflexión:
Cuando decimos o hacemos algo negativo, el daño está hecho; por eso, es mejor controlar nuestros pensamientos y dominar la lengua. Debo evitar lastimar a nuestros compañeros y ser buenos con ellos.
Máxima:
El silencio es oro.
Compromiso:
Hoy dominaré a mi lengua.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.