viernes, 14 de diciembre de 2012

ORACIÓN.

ORACIÓN

Creo en ti, Señor, pero ayúdame a creer con firmeza.

Espero en ti, pero ayúdame a esperar sin desconfianza.

Te amo, Señor, pero ayúdame a demostrarte que te quiero.

Estoy arrepentido, pero ayúdame a no volver a ofenderte.

 

Te adoro, Señor, porque eres mi creador, y te anhelo, porque eres mi fin.

Te alabo, porque no te cansas de hacerme el bien.

Y me refugio en ti, porque eres mi protector.

 

Que tu sabiduría, Señor, me dirija, y tu justicia me reprima.

Que tu misericordia me consuele, y tu poder me defienda.

 

Te ofrezco, Señor, mis pensamientos; ayúdame a pensar en ti.

Te ofrezco mis palabras; ayúdame a hablar de ti.

Te ofrezco mis obras; ayúdame a cumplir tu voluntad.

Te ofrezco mis penas; ayúdame a sufrir por ti.

 

Todo aquello que quieres tú, Señor, lo quiero yo.

Precisamente porque lo quieres tú, como tú lo quieres

y durante todo el tiempo que lo quieras.

 

Te pido, Señor, que ilumines mi entendimiento, que fortalezcas mi

voluntad, que purifiques mi corazón, y santifiques mi espíritu.

 

Hazme llorar, Señor, mis pecados, rechazar las tentaciones,

vencer mis inclinaciones al mal, y cultivar las virtudes.

 

Dame tu gracia, Señor para amarte, y olvidarme de mí,

para buscar el bien de mi prójimo, sin tener miedo al mundo.

 

Dame tu gracia, Señor para ser obediente a mis superiores,

comprensivo para con mis inferiores,  solícito hacia mis amigos,

y generoso para con mis enemigos.

 

Ayúdame, Señor, a superar con austeridad, el placer;

con generosidad, la avaricia; con amabilidad, la ira; con fervor, la tibieza.

 

Que sepa yo tener prudencia, Señor, al aconsejar; valor en los peligros,

paciencia en las dificultades, sencillez en los éxitos.

Concédeme, Señor, atención al orar, sobriedad al comer,

responsabilidad en mi trabajo, y firmeza en mis propósitos.

 

Ayúdame, Señor, a conservar la pureza del alma.

A ser modesto en mis actitudes, ejemplar en mí trato hacia mi prójimo,

y verdaderamente cristiano en mi conducta.

 

Concédeme tu ayuda para dominar mis instintos.

Para fomentar en mí tu vida de gracia.

Para cumplir tus mandamientos, y obtener mi salvación.

 

Enséñame, Señor, a comprender la pequeñez de lo terreno,

la grandeza de lo divino, la brevedad de esta vida,

y la eternidad de la futura.

 

Concédeme, Señor, una buena preparación para la muerte,

y un santo temor al juicio, para librarme del infierno,

y obtener tu Gloria, por Cristo, nuestro Señor, amén.

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

 

 

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