Queridos Hijos:
Un hombre trabajaba en una planta empacadora de carne.
Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los cuartos refrigerados para inspeccionar algo.
Al entrar se cerró la puerta con seguro y quedó atrapado en aquél lugar.
Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba.
Los trabajadores ya se habían ido a sus casas.
Llevaba cinco horas en aquella fría habitación, al borde de la muerte cuando, de repente, se abrió la puerta.
¡Era el guardia de seguridad!
-"¿Cómo se dio cuenta que estaba aquí?" preguntó.
- "Porque extrañé su saludo.
Usted es el único de los trabajadores que me sonríe y me saluda cada mañana al venir y cada tarde al regresar a su casa.
Los demás me tratan como si yo fuera invisible.
Hoy no se despidió de mí.
Me imaginé que algo le había pasado, por eso lo busqué y, por gracia de Dios, lo encontré."
- Que lección, ¿no es cierto?
– Hijo mío, Dios te creó con una sonrisa.
No permitas que nadie te la quite.
¡Por el contrario, dala y verás cuánto más recibes!
- Orando siempre por ustedes - Bendiciones, P. Pedro.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.