LA PERSONA FELIZ
Tiene fe en Dios y en sí misma; traza metas y lucha por conquistarlas; trabaja con alegría, entusiasmo y pasión.
Mantiene limpia su conciencia; domina sus impulsos, alimenta su espíritu con la oración; no se deja aconsejar por el miedo.
Evita quejarse; conserva la paz; se alegra con el bien de los demás.
Rechaza lo negativo; no es envidiosa; goza con el triunfo de los otros.
Perdona y reza por todos.
Lleva a la práctica sus buenas ideas; es paciente, responsable y tenaz; piensa siempre lo mejor; respeta las opiniones ajenas; cultiva el buen humor.
Cuida su cuerpo, pero más su alma; no se mete en asuntos ajenos; habla lo necesario; practica la justicia y aprende de sus errores.
Ayuda a los demás; es servicial, generosa y compasiva; desea lo mejor a todos; evita las discusiones; se esfuerza en ser mejor cada día.
Es puntual, disciplinada y alegre; jamás se da por vencida; su saludo es afectuoso; predica con el ejemplo.
No lastima a persona alguna; reconoce sus errores.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.