Se cuenta que san Pedro, muy preocupado al notar la presencia de algunas almas a las cuales no recordaba haberlas hecho pasar al Cielo, se puso a investigar, y encontró un lugar por donde entraban.
Fue entonces ante el Señor y le dijo: Señor Jesús, habiendo observado que hay aquí algunas almas a las que no recuerdo haberles abierto las puertas para que entraran a gozar de la eterna felicidad, hice algunas investigaciones y hallé un hueco por donde entran. Yo quisiera que lo vieras.
Aceptó Jesús acompañarlo y vio que del hoyo descubierto colgaba hacia la tierra un inmenso rosario, por donde constantemente subían muchas almas.
Alarmado, San Pedro dijo a Dios: creo, Señor, que debemos cerrar esa entrada. No, le respondió Dios, déjalo así, ésas son cosas de mamá... Bendita seas, madre mía.
Reflexión:
La virgen María es la madre de Dios, ella intercede por nosotros, nos ama y nos cuida; desea para nosotros lo mejor.
Jesucristo, cuando estaba en la Cruz, nos la dio como madre: "Hijo, ahí tienes a tu madre." Juan 19, 27. "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Juan 19, 26.
La Virgen María nos lleva hacia Dios.