MI modelo, sin lugar a dudas, será siempre Jesús, Aquel que es manso y humilde de corazón y que puede hacer que mi corazón arda mientras me habla.
A Dios no lo puedo engañar; el hombre mira a las apariencias, pero Dios mira al corazón. Dios escudriña y sondea el corazón del hombre y desenmascara la mentira.
Entrar en relación con Dios es admitir que ante EL SEÑOR el hombre no puede ocultar lo que lleva en su corazón. Más aún, Dios mismo puede concederle al hombre un corazón nuevo, un corazón puro (Sal 51,12), un corazón que le escuche.
Desde un corazón limpio se podrá ver a Dios.
Máxima:
"Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". San Mateo V, 8.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.