Nuestro cuerpo es templo del espíritu Santo; debemos cuidarlo con ejercicio, sana alimentación, respeto, buenos pensamientos, descanso apropiado, sueño suficiente; y tratarlo con mucha bondad.
Cuida de tu cuerpo, pero no de tal manera como si fuera tu alma.
No es libre aquél que puede hacer lo que quiere, sino que es libre aquél que puede hacer lo que debe hacer.
No son las aptitudes las que sacan adelante a las personas, sino las actitudes.
Las mejores actitudes brotan de nuestra búsqueda de Cristo.
Una persona con actitudes positivas provoca paz, armonía y bienestar.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.