"¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que alguien me hizo una caricia? Hace veinte años quedé viuda. Todos me sonríen, pero nadie me hace una caricia. ¡Oh Dios, estoy tan sola! Recuerdo a mi esposo Jorge y recuerdo a nuestros hijitos.
A mi esposo, no parecía importarle si mi cuerpo se había vuelto grueso y un tanto debilitado; lo amaba y le agradaba acariciarlo. Y los niños acostumbraban abrazarme, mucho. ¡Oh Dios, qué sola me encuentro!
Dios mío, yo no sé por qué no educamos a nuestros hijos para que sean más afectuosos, más cariñosos y más amorosos. Ellos conducen sus elegantes automóviles. Llegan hasta mi habitación a ofrecerme sus respetos; platican animados. Pero no me tocan, no me acarician; ya nadie me toca; nadie me hace cariñitos.
Me llaman mamá, madre o abuela, pero ya nadie me llama Corazoncito. Mi madre me llamaba Corazoncito y también lo hacían mis amigos. Jorge me llamaba Corazoncito.
Hace veinte años que nadie me acaricia, hace veinte años que nadie me llama Corazoncito. Todos se han ido. Y Corazoncito también se ha ido.
Reflexión:
La idea de lo que significa el contacto físico, la cordialidad, la ternura, el afecto y el cariño se ha expresado maravillosamente en este poema. Cuánto bien podemos hacer con una sonrisa, una caricia, un apretón de manos, un abrazo, una palmadita.
Máxima:
Saludaré este día con amor en mi corazón.
Mi compromiso:
Hoy daré amor, caricias, besos y abrazos a mis seres queridos.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.