COMPOSICIÓN DE UN ALUMNO
La riqueza de un país, de un estado y de una sociedad no está solamente en sus recursos naturales, en su historia o en sus bienes económicos, ni en sus posesiones.
Lo que hace a un país fuerte y a una sociedad sólida es la riqueza de su gente sincera y generosa. Gente con altos valores.
Valores que van en contra de la desintegración familiar, la drogadicción, la violencia y la corrupción.
Es necesario practicar a diario la honestidad, el respeto y la solidaridad.
Debemos vivir estos valores porque solamente así se transformarán en buenos hábitos.
Hábitos que nos permiten crecer como personas, como padres, como hijos, como hermanos, como profesionistas y como sociedad.
En cada uno de nosotros está la oportunidad de ser mejores, de darle valor a nuestra vida.
Hay que hacerlo desde nuestro hogar, en nuestra convivencia diaria.
Te has preguntado alguna vez:
¿Cómo sería el mundo si todos fueran como tú?
Si el mundo entero te siguiera y te imitara, ¿sería un mundo mejor?
Hay que buscar los valores dentro de nosotros mismos, antes de buscarlos en los demás.
Porque no es con más policías con lo que combatiremos a la delincuencia y a la corrupción, sino con un ejército de personas honestas, padres responsables y amorosos al pendiente de sus hijos.
Si el núcleo familiar es fuerte, la convivencia será sana y la educación se fortalecerá en sus valores.
No habrá obstáculo que no podamos superar por más grande que parezca.
A cada quien nos corresponde, desde el lugar en donde estamos, acabar con la corrupción y los antivalores.
No pidamos amor… Amemos.
No pidamos respeto… Respetemos.
Aprendamos a ser honestos y justos; sinceros, cabales y sin dobleces.
Ayudemos al prójimo; actuemos con responsabilidad.
Debemos sostener a esta sociedad con bases morales y éticas.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.