"Yo he venido como la luz del mundo, para que todo el que crea en mí, no quede en las tinieblas". Juan 12, 46.
¡CUÁNTO BIEN ME HIZO TU SALUDO!
Una caricia, una sonrisa, una palabra amable, un oído atento, un elogio sincero, un saludo afectuoso, todo ello es capaz de cambiar una vida. Gracias, muchas gracias porque no te fui indiferente. Tu saludo, tu atención y tu mirada de afecto me hicieron mucho bien..
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.