Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él, tenga vida eterna. Juan 3, 16.
EL LÍMITE DE LA SUPERACIÓN
En un famoso acuario, colocaron en los tanques, a una barracuda y a un pececito, separándolos por medio de una barrera de cristal. Sin percatarse de la división, la barracuda atacó al pececillo, pero se topó con la división. Después de intentarlo varias veces y de golpearse, desistió. Quitaron la división, pero la barracuda únicamente nadaba hasta el lugar donde antes estaba la división, porque creía que la división existía. Muchas personas son así, avanzan hasta topar con una barrera imaginaria, y no avanzan más, porque ellas mismas se imaginan una barrera.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.