jueves, 6 de octubre de 2011

EL SANTO ROSARIO.

Se cuenta que san Pedro, muy preocupado al notar la presencia de algunas almas a las cuales no recordaba haberlas hecho pasar al Cielo, se puso a investigar, y encontró un lugar por donde entraban.

 

Fue entonces ante el Señor y le dijo: Señor Jesús, habiendo observado que hay aquí algunas almas a las que no recuerdo haberles abierto las puertas para que entraran a gozar de la eterna felicidad, hice algunas investigaciones y hallé un hueco por donde entran. Yo quisiera que lo vieras.

 

Aceptó Jesús acompañarlo y vio que del hoyo descubierto colgaba hacia la tierra un inmenso rosario, por donde constantemente subían muchas almas.

 

Alarmado, San Pedro dijo a Dios: creo, Señor, que debemos cerrar esa entrada.  No, le respondió Dios, déjalo así, ésas son cosas de mamá... Bendita seas, madre mía.

 

Reflexión:

 

La virgen María es la madre de Dios, ella intercede por nosotros, nos ama y nos cuida; desea para nosotros lo mejor.

 

Jesucristo, cuando estaba en la Cruz, nos la dio como madre: "Hijo, ahí tienes a tu madre." Juan 19, 27.  "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Juan 19, 26.

La Virgen María nos lleva hacia Dios. 

 

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