Por Jaime Adriaenséns González.
Inicié a correr hace 34 años. Me sentía mal físicamente, estaba gordo. Yo era profesor titular de segundo año de secundaria; en el recreo jugaba con mis alumnos básquetbol, y con facilidad me quitaban la pelota; me sentía torpe y viejo. Fue entonces que decidí hacer ejercicio; pensé que lo más acertado sería trotar alrededor de las canchas de básquetbol, y así lo hice. Considero que lo más valioso de mi decisión ha sido el hecho de ser constante. Desde un principio lo hice con entrega y pasión. Hasta hoy no he dejado de practicar el trotar. Recuerdo que un día pude dar 16 vueltas a las dos canchas de futbol, unos 4 kilómetros de trote, sin parar. Ese día me sentí todo un atleta.
Agradezco a Dios por permitirme continuar en esta práctica. A lo largo de todos estos años he podido constatar los grandes beneficios que el ejercicio me ha proporcionado, beneficios en lo físico, mental, espiritual y social. Es muy cierto aquello de que el deporte es vida y salud. La mejoría en todos los aspectos ha sido evidente. Me siento fuerte, sano y feliz. Hoy a mis 64 años y con un peso de 62 kilogramos (más o menos) sigo sintiendo los beneficios del ejercicio.
"A las diez en la cama estés y si puedes antes, mejor que después". Los ejercicios de respiración, los estiramientos, las lagartijas (planchas), las abdominales, las sentadillas y demás movimientos del cuerpo han sido y son parte importante en mi vida deportiva. "Si quieres vivir fuerte y sano, acuéstate y levántate temprano".
El apoyo de mi esposa Mary ha sido determinante, ella tiene más de 32 años practicando el trote, la carrera y gimnasia en general. Juntos hemos vivido y seguimos viviendo y compartiendo maravillosas experiencias deportivas. Ella ha completado 16 maratones, yo solamente 7 u 8. Hemos participado en muchas carreras de 5 y 10 kilómetros, y en otras de 15 y 21 kilómetros.
Formamos parte del club "Corredores del Sur" desde 1987. Esto ha sido un fuerte soporte para mantener el ánimo y el deseo de superación en la práctica del correr. Este deporte nos ha permitido conocer a muchos amigos corredores que como nosotros viven, disfrutan y nos estimulan con su ejemplo.
En mi vida deportiva he tenido muchas lesiones que en ningún momento han impedido mi constancia en el deporte; con la ayuda de Dios las he podido superar. Corro para vivir, no vivo para correr. Es importante mantener el equilibrio entre el trabajo, deporte, descanso y sana diversión, sin olvidar que mi vida espiritual y familiar son mis prioridades. Me encanta el pensamiento que reza. "Cuida tu cuerpo, pero más tu alma".
Agradezco a Dios que me permita seguir practicando el trote, la carrera y la gimnasia así como la fortaleza que me da para continuar ascendiendo al cerro de la Silla. "Tal vez el deporte no le dé más años de vida, pero sí le dará más vida a sus años". "Escucha a tu cuerpo".
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.