EL PODER DE UNA MADRE
Santa Mónica luchó toda su vida para que su hijo Agustín se acercara a Dios, y así le ofreció a Dios sus oraciones, sacrificios, ayunos y muchísimas lágrimas, hasta que un día su hijo (San Agustín) tuvo un encuentro fuerte con el Señor al escuchar a otro hombre muy santo: San Ambrosio de Milán. (De una reflexión dominical del padre Rogelio Narváez Martínez).
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.