Somos libres y podemos cambiar los músculos de la cara (dicen que son como ochenta).
Cambiamos esos músculos cuando sonreímos, cuando mostramos entusiasmo, serenidad, ternura o devoción para con Dios.
Generalmente elegimos nuestras emociones a través del uso que hacemos de nuestro cuerpo.
Claro que no nos damos cuenta; todo ello nos sirve para irnos conociendo más, y descubrir qué es lo que necesitamos:
Dormir, corregir postura, cambiar de actividad, descansar, meditar, hacer ejercicios de respiración, etc.
(Luis Jorge González, sacerdote Carmelita Descalzo).
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.