FELICES LOS QUE TIENEN UN CORAZÓN TRANSPARENTE
(Un día, muy temprano, antes del toque de entrada, llegó un alumno al salón de clases, y entregó a su maestro la siguiente reflexión):
Si quieres ser feliz ten corazón limpio, transparente, entonces vas a ver a Dios.
Es como si tuvieras unos lentes sucios, no ves más allá.
A veces, cuando mi corazón no está limpio, no veo más allá. Por eso no veo a Dios.
Si quieres ver a Dios, vas a tener que ser limpio en tu manera de pensar, de mirar a las personas, de escuchar, de sentir.
Felices los que tienen un corazón transparente, porque a través de ellos se verá el rostro y la pureza de Dios; la misericordia y el amor de Dios.
Lo contrario a la limpieza es la falsedad, la careta.
El día en que tú naciste, tu madre te dio a luz. Tú eres luz, ésa que tu madre dio; y esa luz tiene que resplandecer ante los hombres; no esconderla debajo de la mesa, dice Jesús.
A veces nos da vergüenza que ilumine nuestra luz, y por ahí nos ponemos caretas; mostramos una persona que no somos.
Si quieres ser feliz, empieza a ser transparente; ilumina con esas cualidades, con esa riqueza, con ese tesoro interior que Dios ha puesto en tu alma, en tu ser, en tu persona.
¡Tantos talentos que tú tienes!
A veces los complejos, la inferioridad, los temores te doblegan y hacen que no brille tu luz.
Deja que tu luz brille en las tinieblas del mundo.
Felices los que tienen un corazón limpio.
Conviértete, cambia tu dureza de corazón; deja de ser complicado; empieza a ser sencillo.
Sé luz que ilumina todo a tu alrededor.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.
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