lunes, 28 de noviembre de 2011

EL PILOTO.


Cuentan de este individuo que abordó un avión para viajar a Nueva York.
Un niño entró buscando su asiento y se sentó justo al lado suyo.
  

 

El niño
era muy educado;  pasó el tiempo coloreando en su libro de pintar.     No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.


El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia.     

 

De momento una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo la calma y serenidad en todo momento.

¿Cómo lo hacía? ¿Por qué su calma?  Hasta que una mujer frenética le preguntó:

   

Niño:    ¿No tienes miedo?    

No señora,   contestó el niño, y mirando su libro  de pintar,  le dice:   

"Mi padre es el piloto".
 
¿Sorprendido?

Hay tiempos en nuestra vida que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos  en turbulencia.
 

 

No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. 

No tenemos de dónde asirnos,    de dónde tomarnos, de dónde agarrarnos,   

y no nos sentimos seguros.

 

Recuerden  mis hermanos que nuestro amantísimo Padre Celestial es nuestro piloto.

A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el Creador
del cielo y la tierra.

 

La próxima vez que llegue

una tormenta a tu vida,  o si en

este momento estás pasando por una…   

Alza tu mirada al cielo,    siéntete confiado, y di para ti mismo:

¡Mi Padre es el piloto!

 

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

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