domingo, 27 de noviembre de 2011

POSITIVO SIEMPRE, NEGATIVO JAMÁS.

Para ser feliz en la tercera edad" Cuidarás tu presentación todos los días.

Vístete bien, arréglate como si fueras a una fiesta.

No te encierres en tu casa ni en tu habitación.

No juegues al enclaustrado.

Sal a la calle y al campo de paseo.

El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece.

Haz ejercicio físico, haz un rato de gimnasia, una caminata dentro y fuera de la casa.

Evita actitudes y gestos de viejo derrumbado: la cabeza hacia abajo, la espalda encorvada, los pies arrastrándose.

No hables de tu vejez ni te quejes de tus achaques porque acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás.

Nadie quiere estar oyendo historias de enfermos de hospital.

Deja de llamarte viejo y considerarte enfermo.

Sé optimista sobre todas las cosas.

Al mal tiempo buena cara.

Sé positivo en tus juicios y da buen humor en tus palabras.

Conserva siempre el rostro amable y alegre en tus ademanes, porque se tiene la edad que se quiere.

La vejez no es una cuestión de años, sino un estado de ánimo.

Trata de ser útil a ti mismo y a los demás, porque no eres un parásito ni una rama desgajada del árbol de la vida.

Ayuda siempre con una sonrisa, un consejo y un servicio.

Trabajarás con tus manos y tu mente.

El trabajo es la terapia infalible, cualquier actitud de servicio, laboral, intelectual o artística es la medicina para todos los males.

Mantendrás vivas las relaciones humanas, desde luego las que ayudan dentro del hogar.

Intégrate a todos los miembros de tu familia. Ahí tienes la oportunidad de convivir con todas las edades: niños, jóvenes y adultos.

Luego escucharás el corazón de tus amigos.
Huye del bazar de antigüedades.

No pensarás que todo tiempo fue mejor, deja de estar condenado a tu mundo, maldiciendo tu momento.

Alégrate de que entre las espinas florezcan las rosas.

Positivo siempre.

Negativo jamás.

El anciano debiera ser como la Luna: un cuerpo opaco destinado a darnos luz.

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

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