ALGUNAS IDEAS
LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO
(EVANGELII GAUDIUM) DEL PAPA FRANCISCO
Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.
Un evangelizador no debería tener cara de funeral.
Cristo siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad.
A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible.
La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles.
Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo.
¡El dinero debe servir, y no gobernar!
Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética a favor del ser humano.
No nos dejemos robar el entusiasmo misionero.
Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo.
Hay que seguir adelante y recordar lo que el Señor dijo a san Pablo: "Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad".
¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto!
Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas.
Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada.
Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata.
Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo.
Todos los cristianos están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor.
La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual.
La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria.
Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres.
Jesús, el evangelizador por excelencia y el Evangelio en persona, se identifica especialmente con los más pequeños.
Solamente puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros.
María camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. Dice al oído: "No se turbe tu corazón. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.