QUÉ BUENO, QUÉ BUENO, QUÉ BUENO
Cuentan que un rey tenía un consejero que ante circunstancias adversas siempre decía: "qué bueno, qué bueno, qué bueno".
Un día, andando de cacería, el rey se cortó un dedo del pie y el consejero exclamó: "qué bueno, qué bueno, qué bueno". El rey cansado de esta actitud, lo despidió, y el consejero respondió: "Qué bueno, qué bueno, qué bueno".
Tiempo después, el rey fue capturado por una tribu para sacrificarlo. Cuando lo preparaban para el ritual, vieron que le faltaba un dedo del pie y decidieron que no era digno para su divinidad al estar incompleto, dejándolo en libertad.
El rey ahora entendía las palabras de su consejero, y pensó: "qué bueno que haya perdido el dedo gordo del pie, de lo contrario ya estaría muerto".
Mandó llamar a palacio al consejero y le agradeció.
Pero antes le preguntó ¿por qué dijiste "qué bueno" cuando fuiste despedido?
El consejero respondió: "Si no me hubieses despedido, habría estado contigo, y a mí me hubieran sacrificado".
El optimista sabe que toda circunstancia tiene algo bueno, solamente es cuestión de paciencia.
Hay personas pesimistas que se dejan derrotar, aún antes de luchar por algo.
Dios sabe por qué permite las cosas.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.