jueves, 20 de noviembre de 2014

EN EL CONSULTORIO DE UN DENTISTA.

EN EL CONSULTORIO DE UN DENTISTA

Usted ha oído hablar que el tiempo no se puede desperdiciar, ni gastar, ni ahorrar.

Decirle a alguien que no desperdicie tiempo, es como si le dijéramos a un pez en medio del océano que no desperdicie el agua.

La verdad es que nosotros no tenemos poder sobre el tiempo; está aquí, presente en todo momento, rodeándonos.

Lo que sí podemos desperdiciar, y lo desperdiciamos, es nosotros mismos; y lo trágico de este desperdicio está en lo que podríamos hacer y no lo hacemos; lo que podríamos llegar a ser, y no lo logramos.

La próxima vez, cuando usted piense que está desperdiciando tiempo, mejor cambie y diga: Me estoy desperdiciando a mí mismo.

Que Dios y María Santísima te bendigan.   Mary y Jaime.

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