EN UN AEROPUERTO
Entraron todos al aeropuerto con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos. De repente, y sin quererlo, uno de
Esos individuos tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas.
Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni voltear para atrás, siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión, menos uno; éste se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas.
Le dijo a sus amigos que siguieran sin él, que tomaría otro vuelo más tarde.
Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña. La encontró llorando, tratando de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse.
El hombre se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y la ayudó a montar el puesto nuevamente.
Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña:
Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás bien?
Ella, llorando, asintió con la cabeza.
Conforme el individuo empezó a alejarse, la niña le gritó:
Señor, él se detuvo y volteó a mirarla. Ella continuó:
¿Es usted Jesús?
Él se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta vibrando en su alma:
¿Es usted Jesús?
Y a nosotros, ¿la gente nos confunde con Jesús.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.