viernes, 23 de septiembre de 2011

ALEXIS CARREL, PREMIO NÓBEL 1912.

 

 El doctor Alexis Carrel había perdido la fe en las aulas de la Sorbona en París.

En una ocasión en que en un viaje en tren tenía que pasar por Lourdes; se encontró en los asientos de enfrente a un matrimonio con su pequeña hija,

Ellos estaban tuberculosos pero su sufrimiento mayor era aquella peritonitis tuberculosa de su niña, la cual ningún médico se atrevía a operar.

El joven doctor les preguntó sobre el destino de su viaje, y ellos le respondieron que iban al Santuario de Lourdes a pedir la intercesión de la Virgen María y a lavar a su hija en las fuentes de la gruta de Lourdes.

El joven y eminente médico auscultó a la niña y les señaló que iban a perder su tiempo.

Contra el consejo de tan grandioso doctor, los papás llevaron a su niña llamada María Bailly al Santuario.

Aquel médico no tenía prisa en llegar a un destino, por lo cual  decidió bajar del tren.

Aquel matrimonio se le perdió de vista pues era demasiada gente; eran las 2:30 de la tarde.

Diez minutos después, Alexis Carrel creía ver visiones. Se encontró con aquel matrimonio, venían de pedirle a Dios el milagro a través de la intercesión de la Virgen,

Carrell vio que aquella niña que él había visto agonizante, y que incluso había perdido el habla, ahora le estaba hablando.

El médico dice que a las 3 de la tarde, él estaba con el matrimonio y que ya habían desaparecido por completo la enfermedad, junto con la hinchazón y los dolores.

Alexis Carrell recuperó la fe, se convirtió en un fiel devoto de la Madre de Jesucristo.

Alexis Carrell se dedicó al estudio de los ligamentos vasculares y al injerto de conductos sanguíneos y de órganos, por lo cual fue galardonado con el Premio Nóbel de Fisiología y Medicina en 1912.  

Alexis escribió antes de morir: "Que cada minuto de mi vida se consagre a tu servicio, Dios mío".

Se trata de aquel mismo que un día expresó: "De la misma manera en que el cuerpo necesita del oxígeno para vivir el alma necesita de la oración".

Máxima:     Así como el cuerpo necesita del oxígeno, el alma necesita de la oración.

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

 

 

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