martes, 20 de septiembre de 2011

SANTA MÓNICA A SU HIJO SAN AGUSTÍN.

SANTA MÓNICA A SU HIJO SAN AGUSTÍN

No llores si me amas, si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo.  Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos. Si pudieras ver los caminos, el horizonte y los senderos por los que ahora atravieso. Si pudieras contemplar como yo, la belleza ante la cual las bellezas languidecen.

¡Créeme!, el día en que tu alma vuele hasta este Cielo, al cual yo te he precedido. El día en que la muerte venga a desatar los nudos como ha roto los que a mí me encadenaban; ese día me volverás a ver, y encontrarás en mi corazón tus ternuras aumentadas.

Me verás en la transfiguración, en éxtasis, feliz. Ya no esperando la muerte sino avanzando juntos. Pues te llevaré de la mano por senderos nuevos de la luz y de la vida. ¡Enjuga pues tu llanto, y no llores si me amas!".  

Reflexión:

Santa Mónica, una madre cristiana, le estaba dando a su hijo la última lección sobre la doctrina de Cristo. Le estaba explicando el último artículo de nuestra Fe que profesamos domingo a domingo:

"Creo en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro". Nuestra mente no alcanza a comprender toda la felicidad que hay en el Cielo.

Hoy diré a Dios que me ayude a ganar el Cielo.

Que Dios y María Santísima te bendigan.     Mary y Jaime.

 

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