Nuestra mirada debe estar puesta en la morada, en la eternidad, que es allá en donde está nuestra meta.
Si visualizamos nuestro destino y que se va nadando en la dirección correcta soportaremos el cansancio y la desilusión.
Para llegar a la meta debemos vivir los valores evangélicos. Nuestro modelo es Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
Él nos ha dicho: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se funda toda la ley y los profetas".
¡Qué nos puede importar el que nos falte mucho o poco, si es que vamos nadando en el rumbo adecuado!
Siempre que tengamos un porqué en la vida encontraremos un cómo hacer las cosas.
Fuera de Dios el hombre es un ser solitario y hambriento. La satisfacción le dura poco y se acaba pronto, y el pecado jamás produce felicidad. Viene luego la soledad y le pérdida de la dignidad. Fuera de Dios es imposible la felicidad verdadera.
Que Dios y la Virgen te bendigan. Mary y Jaime.