Seamos positivos, hagamos una lista de nuestras cualidades, inventariemos las virtudes y seamos agradecidos con Dios.
Es tiempo de agradecer por la familia, la libertad, la vida, la fe, la salud, la amistad, el trabajo, los estudios y tantas cosas más.
Son sobradas las ocasiones en que pensamos solamente en los grandes heroísmos y nos vamos olvidando de los heroísmos de la vida diaria.
Muchos de nosotros a fuerza de pensar en lo extraordinario vamos olvidando la importancia que tiene lo ordinario.
Recordemos, por favor, que es allí en lo ordinario en donde se construye la vida, se consigue la santidad y la vida eterna.
¿A nuestros seres queridos les he dado más abrazos, que gritos? ¿A mis padres, he dado más noticias tristes, que alegres?, ¿Con mis hermanos, son más nuestros encuentros, que nuestras distancias?
¿En la vida diaria han sido más mis obras buenas? ¿He compartido sonrisas? ¿He sido justo y misericordioso? ¿He sido generoso? ¿He puesto mis cualidades al servicio de los demás?
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.
