Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.
El aprendizaje de la tolerancia es el camino hacia la convivencia. Saber convivir es saber respetar. Mediante el ejercicio diario de la tolerancia logramos construir la hermandad. La tolerancia nos mueve a aceptar al otro con amor, más que a soportarlo. Nos mueve a ponernos en su lugar, a valorar las diferencias y a dejar que el otro viva su vida sin manipularlo ni presionarlo. Y como toda virtud es recíproca, el otro también nos respeta y así logramos convivir y estar en armonía. Se trata de un principio de vida que bastante falta nos hace, y que equivale a respeto, comprensión y adaptación hacia los demás.
Máxima: "Haz a los demás lo que quieras que hagan contigo, y no hagas al otro lo que no quieras para ti".
Mi compromiso: Hoy seré amable y regalaré muchas sonrisas.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.
