Una madre de familia muy enferma, en su lecho de muerte, daba los últimos consejos a su hija:
Sé auténtica; No finjas, no mientas y no presumas. Habla menos de ti y de tus cosas; no interrumpas a las personas. Domina tu lengua. Medita más, busca en tu interior.
Sé tú misma. Condúcete con sencillez. Destierra de ti la mentira y la falsedad. Cuida tu cuerpo, pero más tu alma. Sé humilde y discreta. Si tienes necesidades, quéjate ante ti, ante el médico y ante nadie más. Llénate de Dios, consérvate en paz.
Que Dios y María Santísima te bendigan.