Si visualizamos nuestro destino, y que se va nadando en la dirección correcta soportaremos el cansancio y la desilusión, ¡qué nos puede importar el que nos falte mucho o poco, si es que vamos nadando en el rumbo adecuado! Pero, cuando un día dejamos de ver la costa y nuestro destino, es cuando nos volvemos susceptibles a sumergimos en la más terrible de las desesperaciones.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.